¿Quiénes Son los Elegidos? Parte 3/3 por Eric Hankins, Ph.D.

by | May 26, 2016 | Ministerio | 0 comments

¿Quiénes Son los Elegidos? Parte 3/3 por Eric Hankins, Ph.D.

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¿Qué está faltando de la articulación de la Biblia sobre la importancia de la elección? Primero, como lo dije anteriormente, la Biblia no menciona con precisión la naturaleza de las operaciones de la soberanía de Dios en la salvación y la libertad humana para responder o rechazar el evangelio. Afirma estas realidades, pero no las explica. Esto incluye cualquier interpretación determinística de la elección. La Biblia no demanda determinismo teístico. Además, pienso que la Biblia específicamente descarta la idea que Dios determina los destinos salvíficos de ciertas personas sin considerar su libertad libertaria. Descarta la idea que Dios escoge a los elegidos y separa a los no elegidos. Así como Lewis, pienso que la trayectoria de la Escritura va en la dirección opuesta: los escogidos son escogidos a causa de los no escogidos, y esta misión será lograda a través de lo que Cristo ha hecho, lo cual hace eco en todos los propósitos de elección en el Antiguo y Nuevo Testamentos. Cuando pienso en el propósito del lenguaje de la elección en la Biblia, soy tentado a decir que nuestra pregunta sobre la relación entre la soberanía de Dios y la libertad humana de hecho pertenece a otra categoría que debería llamarse otra elección porque la pregunta es fácilmente quitada gracias a los puntos que hace la Escritura. La elección bíblica es tanto acerca de la escatología, teodicea, eclesiología y misiones como lo es acerca de lo divino y la providencia, y la soteriología, y estos temas raras veces son tocados en la mayoría de los tratamientos sistemáticos de la elección.[1] Además, la elección es un aspecto de la providencia de Dios al crear, sostener y dirigir al mundo a su conclusión designada, incluyendo Su creación, sustento y dirección de mí, puesto que es un aspecto de la soteriología de por sí. Pienso que la mayoría de los bautistas del sur estarían cómodos diciendo que Dios sabe todo sobre mí como individuo y que tiene un plan específico para mí, incluyendo el momento en que vine a Cristo. Por consiguiente, pienso que la naturaleza del plan de Dios para mi salvación simplemente pertenece a la misma categoría en la que está la naturaleza de la providencia de Dios en todos los otros aspectos de mi vida, especialmente los cruciales, por ejemplo, mi matrimonio y mi llamado al ministerio. Dios tuvo un plan muy específico para mí, mi matrimonio y ministerio. Estas cosas no fueron accidentales. Ellas se revelaron tal como las planeó. Si no hubiese provisto e iniciado cada aspecto de estos eventos por gracia, nunca me habría casado con mi amor verdadero, ni habría cumplido mi verdadero llamado. Pero, no me forzó para que me entregue al ministerio o para que le pida a Janet que se case conmigo. Mi libertad hizo su parte. Si hubiese rechazado el llamado de Dios eso no le hubiese sorprendido ni hubiese frustrado Sus planes. Pienso que la mayoría de nosotros piensa que así es como funcionan las cosas en el mundo que Dios deseó. Al darle a la elección bíblica la verdadera amplitud que va más allá de la soteriología y la insuficiencia de su tratamiento de la presciencia y la libertad, me pregunto si los escritores bíblicos reconocerían lo que hemos hecho de la doctrina. Desafortunadamente, en los últimos 1500 años, el tema de lo que el concepto bíblico de la elección tiene que decirnos con precisión sobre cómo opera la soberanía de Dios en la salvación de ciertos individuos libres ha sido un asunto de intenso interés y debate. No hay forma de alejarse de ello. Además, pienso que la respuesta que el calvinismo ha tratado de darle a la pregunta es muy defectuosa a causa del determinismo que ha hecho mucho daño. Se debe dar una respuesta correcta para que la gente no continúe perdida en su camino. Entonces, aunque no pienso que los énfasis de la Biblia con respecto a la elección concuerdan muy bien con la pregunta de la naturaleza específica de la conversión de un individuo, sí pienso que la pregunta ha sido importante para la teología y cultura occidental y, por consiguiente, debe ser respondida. Por consiguiente, regresemos a la pregunta específica sobre el conocimiento particular y provisión de Dios para la salvación de individuos libres. Dios sabe todas las cosas de manera innata, eso incluye cada aspecto del futuro. La Biblia nos dice que el futuro es este: Dios estará reinando con el máximo número posible de personas que podrían ser Suyos como resultado de Su verdadera soberanía y la libertad real de ellos. Esto será una expresión de la combinación de Su deseo de salvar a todos y la necesidad de verdadera libertad para tal relación salvadora. Todos aquellos que no responden libremente en fe al evangelio serán condenados a una eternidad apartada de Dios en el infierno. Dios tendrá lo que desea, entonces Su poder es imparable y provoca un final que está caracterizado por la salvación máxima que incluye decisiones libres. Este plan incluye a aquellos que oyen el evangelio y responden libremente en fe. También incluye a aquellos que oyen y rechazan libremente el evangelio sin fe. E incluye a aquellos, que, mediante la pecaminosidad intencionada de la iglesia, nunca oyen el evangelio, y por consiguiente se pierden la provisión de Dios para su propia pecaminosidad intencionada. Siendo ese el futuro que Dios garantiza, mi tesis para la doctrina de la elección que es la más fiel a los conceptos centrales de la salvación y elección en la Biblia y más significativa para traer aquellos conceptos que tengan que ver con las preguntas de la soberanía de Dios y la libertad humana: Conforme con el deseo de Dios de tener una relación salvadora con cada pecador a través de Su obra interna y la libre respuesta de fe del pecador, la elección se refiere a la decisión imparable de Dios para tener el número máximo de personas que sean Suyos mediante la gracia a través de fe, incluso y especialmente ante el abuso radicalmente pecaminoso de la libertad humana. No es la expresión del deseo de Dios de salvar a algunos y no a otros con respecto a su respuesta de fe en Cristo. El punto de vista del calvinismo es tanto una negación de la declaración bíblica que Dios desea salvar a todos y una negación de la libertad real. Tal negación de libertad hace que Dios sea la causa de la maldad, y hace que los humanos sean autómatas. Esta no es una tergiversación del punto de vista calvinista sobre la elección. Más bien estas son las implicaciones claras y necesarias de su sistema. La elección habla del derecho e intención de Dios para actuar soberanamente en Su mundo a fin traer un pueblo para Sí mismo sin destruir la libertad. Puesto que es la naturaleza gloriosa de Dios provocar el mejor mundo posible que desea crear libremente, y puesto que el mejor mundo posible es uno que incluye la libertad necesaria para las relaciones de pacto, entonces nuestro mundo debe contener libertad verdadera. El plan de elección de Dios incluye (1) Su poder absoluto para salvar multitudes de pecadores exactamente como lo piensa, (2) Su conocimiento absoluto y elección de ese resultado antes de la creación, (3) la libre respuesta de los pecadores sea a favor o en contra de una relación con Él, y (4) la libre respuesta de los redimidos para participar con Él llamando a cada pecador a la salvación. Como Dios creó un universo en el cual la libertad es necesaria para las relaciones de pacto, no todas las personas se beneficiarán de Sus propósitos salvadores, pero todos podrían. Aquellos que por fe se benefician de los propósitos salvadores de Dios son los elegidos. ¿Quiénes son los elegidos? Los elegidos son todos los pecadores que responden libremente en fe a la atracción del Espíritu Santo en la predicación del evangelio en un mundo propuesto por Dios para tener la salvación máxima y la libertad verdadera de los humanos siendo éstos los componentes importantes de Su diseño final de ese mundo. El punto de vista de la elección que estoy exponiendo es un punto de vista llamado molinismo o conocimiento medio.[2] Sé que algunos no calvinistas de hecho no saben qué es. Otros saben lo que es, pero no se lo atribuyen. Está bien. Pero el punto que deseo presentarle a usted y a los calvinistas es que hay alternativas reales, poderosas, convincentes, ortodoxas, probadas con el tiempo y bíblicas para el determinismo del calvinismo que tienen que ser considerados con seriedad por cualquier persona que se preocupe por el evangelio. El molinismo presenta una robusta consideración de la soberanía de Dios en la salvación y la verdadera libertad humana en una forma que creo concuerda con lo que la mayoría de los bautistas del sur ya creen sobre estas cosas. Quiero que los calvinistas reconozcan que su sistema tiene muy serios problemas substanciales, filosóficos, teológicos y bíblicos a los cuales necesitan dar mejores respuestas que las que están dando ahora o reconocer que son insuperables, pero que de algún modo no debilitan su sistema. El molinismo ayuda a señalar estos problemas de formas muy razonables y no peyorativas. Los tradicionalistas necesitan reconocer que no es suficiente señalar los problemas del calvinismo sin ofrecer una alternativa bien construida.[3] Necesitamos poder explicar la relación entre la presciencia de Dios y Su predestinación, y necesitamos poder explicar cómo la libertad no afecta la gloria de Dios o Su soberanía. Pienso que el molinismo brinda la mejor explicación de estas cosas. Es un contendor serio y se le tiene que tomar con seriedad. La articulación de este punto de vista hecha por robustos pensadores como Alvin Plantinga, William Lane Craig, Thomas Flint, Millard Erickson,[4] y Ken Keathley le da un nivel de credibilidad y esencia que aquellos de nosotros que somos menos diestros en la especulación filosófica y teológica podemos sentirnos bien. El molinismo no es un camino medio entre el calvinismo y el arminianismo, brinda una alternativa distinta para estos sistemas, sistemas que creo padecen de esencialmente los mismos compromisos filosóficos y teológicos.[5] Adicionalmente, Kirk MacGregor propone sólidamente que el anabautista Balthasar Hubmaier, que defendió tan hábilmente la realidad de la verdadera soberanía y la libertad en la salvación, podría ser considerado un defensor del molinismo cincuenta años antes que Molina. [6] Este vínculo histórico con uno de nuestros más grandes antepasados le pone peso a la aseveración que dice que el molinismo es una opción viva para los bautistas tradicionales. Uno podría decir que sólo estaríamos demostrando fidelidad a nuestros antepasados al hacer eso. Pienso que el molinismo concuerda y da la mejor consideración al fuerte punto de vista sobre la soberanía de Dios así como el fuerte punto de vista de la libertad libertaria. Para estar seguro el molinismo tiene sus desafíos, más notablemente el problema de conocimiento, y sufre por tener un nombre verdaderamente horrible (molinismo suena como un tipo de infección ocular) y del hecho que es difícil de entenderlo al principio. Los calvinistas piensan que el molinismo es muy libertario y los arminianos piensan que es muy determinístico. Esto, empero, puede ser un indicativo que se trata de lo correcto.[7] Con mi básico compromiso filosófico en mente, permítame analizar mi respuesta a la pregunta “¿Quiénes son los elegidos?” con una mirada a las preocupaciones que los calvinistas y tradicionalistas quieren presentar con respecto a la doctrina de la elección. Permítame volver a mencionar mi respuesta sobre la pregunta de la elección: Los elegidos son todos los pecadores que responden libremente en fe a la atracción del Espíritu Santo en la predicación del evangelio en un mundo propuesto por Dios para tener la salvación máxima y la libertad verdadera de los humanos siendo éstos los componentes importantes de Su diseño final de ese mundo. Primero, ¿cuál es el diseño final de Dios para el mundo? Es fácil de definir porque la Biblia nos los menciona en los últimos capítulos de Apocalipsis. Cuando ya todo se ha dicho y hecho, Dios intenta que Su creación se complete de este modo: las multitudes y multitudes de seres humanos, la corona de la creación de Dios ahora completa a través de la fe en Cristo, están, para la eternidad, relacionándose con Dios y reinando con Él en libertad en un nuevo cielo y tierra suprimido para siempre de todo pecado y maldad. Ese final ya ha sido establecido por Dios, incluyendo el número exacto y la identidad de esa multitud. En este punto el teísmo abierto está fuera. Entonces la pregunta restante es, “¿Cómo Dios ha abordado el determinar con seguridad ese final, incluyendo, como nuestro especial interés, el número e identidad de los elegidos?” En este punto tenemos dos opciones. Dios provoca este final con libertad libertaria (que es el punto de vista del molinismo o presciencia simple), o lo hace sin libertad libertaria (que es el punto de vista del determinismo teístico).[8] ¿Qué es libertad libertaria? De manera simple es la libertad de un individuo para escoger entre dos o más opciones en las que la causa de la elección es, finalmente, el individuo. Esto es lo que la mayoría de la gente piensa que sucede cuando toman una elección entre A y B. Ellos tuvieron una opción real entre A y B, podrían haber escogido cualquiera, pero escogen A. Esa elección es suya, y son responsables de ello. Algunos de ustedes podrían estar pensando: ¿Hay alguna otra forma de definir la libertad? Bueno, los deterministas teísticos definen a la libertad como la capacidad de un individuo para hacer lo que más desea. Suena bien hasta ahora, ¿verdad? Donde nos apartamos de ellos es que ellos creen que no somos libres para determinar lo que queremos. Dios determina lo que queremos, y no podemos hacerlo de otro modo.[9] Esta es la forma en cómo funciona en la salvación. Grudem dice, “Podemos decir que Dios hace que escojamos a Cristo voluntariamente.”[10] Esto, por supuesto, es lógicamente contradictorio.[11] Las implicaciones de tal punto de vista es que hace que Dios sea la causa de la maldad y la causa de que las personas vayan al infierno, y también convierte a los humanos en robots. Las elecciones causadas por alguien simplemente no son elecciones y de hecho no son libres. Además, si Dios hace que algunas personas escojan a Cristo y no hace que otros escojan a Cristo, entonces no hay forma legítima de hablar de que Dios ama a todos y que tiene un deseo de salvar a todos. No hay forma de tomar Juan 3:16 con seriedad.[12] Entonces, si el determinismo teístico no es una opción viva para la mayoría de los bautistas del sur, ¿qué queda? Podemos afirmar que queda la presciencia simple o molinismo. Para mí, cualquiera de estas es una alternativa legítima. De hecho, Craig ve al molinismo como un desarrollo superior y más detallado de la presciencia simple.[13] La presciencia simple hace que Dios vea el futuro, vea la elección libre que haré con respecto a Cristo y luego me elige en base a eso. Esto, para mí, es esencialmente el punto de vista arminiano. El problema con este punto de vista es que no responde las preguntas difíciles. ¿Cómo Dios sabe con seguridad mis futuras decisiones libres a no ser que el futuro esté determinado? Si el futuro está determinado, entonces, ¿cómo se puede pensar que soy libre? Si Dios simplemente está endosando las decisiones que tomaré, ¿cómo se puede pensar que controla la historia o que provoca Su final deseado? Si Dios simplemente está endosando mis decisiones, ¿cómo es que eso no deja a la elección esencialmente sin sentido? Pienso que el molinismo es la mejor opción. Afirma que Dios conoce de manera innata todos los posibles escenarios (o mundos) en los cuales tanto los humanos son libres y Su deseo de salvar a todos es real, y Él determina traer en existencia al mundo que tenga el número máximo de personas que vengan a la fe bajo aquellas condiciones. Este mundo que trae a la existencia ha sido creado con las verdaderas decisiones libres de la gente. Esa es la razón por la que Dios no puede traer en existencia un mundo en el cual los humanos sean libres y Su deseo de salvar a todos sea real y que dé como resultado que todos sean salvos. Para hacer eso se tendría que abrogar la libertad, la cual, como lo ha argumentado brillantemente Alvin Plantinga, no sería el mejor mundo posible.[14] Sin embargo, como Dios es amoroso y bueno, encaja en Su naturaleza escoger el mundo que tenga el mayor número posible de personas que le pertenezcan por fe. Hubo de hecho otros mundos posibles donde menos personas lo escogen pero Dios, en Su gran misericordia y soberanía, no lleva esos mundos a la existencia. Esto nos lleva de nuevo a mi definición de los elegidos. Hablo de la elección funcionando en “en un mundo propuesto por Dios para tener la salvación máxima y la libertad verdadera de los humanos siendo éstos los componentes importantes de Su diseño final de ese mundo.” Craig asevera que “Dios escogió un mundo teniendo un equilibrio óptimo entre el número de salvos y el número de condenados.”[15] Al desarrollar este pensamiento, Keathley dice, “En otras palabras, Dios ha creado un mundo con un radio máximo entre número de los salvos con respecto a aquellos perdidos.”[16] El molinismo articula la forma en la cual tal mundo llega a existir. Nuestros actos libres han contribuido y afectado el resultado. Todos podrían haber entrado en una relación salvadora con Dios, pero nuestras elecciones hicieron que ese mundo sea imposible de hacer para Dios mientras que tomaba la libertad en serio. Así como Dios no puede hacer un círculo cuadrado, no puede hacer un mundo de relaciones de pacto no libres. Por consiguiente, la libertad es un componente importante del mundo que Dios quería crear, el futuro del cual es claramente presagiado al final del libro de Apocalipsis. Dios provoca este mundo que terminará con el número máximo de personas adorando para siempre a Dios en Cristo a través del Espíritu. Si los elegidos son aquellos que entran en una relación de pacto con Dios por fe en la persona y la obra de Cristo, entonces la elección es la actividad de Dios para llevar al mundo a Su final deseado, especialmente con respecto a aquellos que son salvos. Los medios de la elección no son sólo la atracción del Espíritu Santo en la predicación del evangelio sino también la respuesta de fe verdadera del pecador. Aun cuando Dios inicia, supervisa y completa el proceso, el pecador todavía puede resistirse, o puede hacer una respuesta libre de fe. Aun cuando ningún pecador puede o incluso se interesa en una relación revolucionaria con Dios “por sí mismo,” el poder del evangelio en el Espíritu hace que la salvación sea posible para cada pecador, pero su respuesta al poder del Espíritu es necesaria, o no es una relación de pacto. Sin importar los efectos de la Caída de la raza humana, y de hecho los efectos fueron devastadores, estos efectos no pueden incluir la eliminación de la libertad libertaria, o el mundo que Dios desea deja de existir. Por consiguiente, en este punto de vista, Dios no elige a una persona en base a la presciencia de su futura decisión de fe; Él elige a la persona en base a Su deseo de salvar al máximo número de personas en un mundo donde la libertad importa. Ese mundo incluye a ciertas personas que responderán libremente en fe, así como incluye a personas que libremente rechazan a Cristo o nunca oyen. Craig lo pone de este modo: “Depende de Dios si nos encontramos en un mundo en el cual somos predestinados. Pero depende de nosotros si somos predestinados en el mundo en el cual nos encontramos.”[17] Para resumirlo, incluso si no cree en el molinismo, si creemos que Dios ama a toda persona, que Cristo murió por toda persona, que Dios quiere salvar a toda persona, y que la salvación significa que la libertad es necesaria, entonces la elección no puede significar lo que los calvinistas dicen que significa: que Dios escoge a algunos y no a otros sin importar su verdadera respuesta de fe. En lugar de ello, la elección significa que Dios ha determinado, incluso ante la pecaminosidad humana radical, tener un mundo con la salvación máxima a través de Su obra de gracia mediante el evangelio de Su Hijo sufriente, pero imparable, y nuestra respuesta libre a éste, y para vivirlo y proclamarlo, con sacrificio por ser Su pueblo, a un mundo en espera.   Por Dr. Eric Hankins, pastor de la Iglesia First Baptist, Oxford, Mississippi.   [1]Garrett, who places election at the end of his discussion of soteriology, rather than at the beginning like Grudem, says, “Moreover, the placement of election at the end of the entire soteriological discussion and just prior to the beginning of the discussion of the church enables election to serve as a bridge connecting soteriology and ecclesiology” (472). Interestingly, Garrett’s approach mirrors the BFM, which places its article on election (V) after the one on salvation (IV) and before the article on the church (VI). [2]For a full discussion of this view to which I am much indebted, see Keathley, Salvation and Sovereignty. [3]Paige Patterson, forward to Keathley, Salvation and Sovereignty, ix. [4]Indeed, Erickson espouses a view that he considers very close to Molinism (387, note 14). [5]See my “Beyond Calvinism and Arminianism: Toward a Baptist Soteriology,” Journal for Baptist Theology and Ministry 8 (Spring 2011): 86. [6]Kirk R. MacGregor, “Hubmaier’s Concord of Predestination with Free Will,” Direction 35 (Fall 2006): 291. [7]Keathley, Salvation and Sovereignty, 5-6. [8]Zimmerman, 34-38. [9]Stanford Encyclopedia of Philosophy, s.v. “compatibilism,” available at http://plato.stanford.edu/ entries/compatibilism/ (accessed October 3, 2012). [10]Grudem, 680. [11]C. S. Lewis, Yours, Jack: Spiritual Directions from C. S. Lewis, ed. Paul Ford (New York: HarperCollins, 2008), 186: “All that Calvinist question–Free-Will and Predestination, is to my mind undiscussable, insoluble. . . . When we carry [Freedom and Necessity] up to relations between God and Man, has the distinction perhaps become nonsensical?” [12]Walls, 75-104, esp. 98-99. [13]William Lane Craig, The Only Wise God: The Compatibility of Divine Foreknowledge and Human Freedom (Grand Rapids: Baker, 1987), 127. [14]Alvin C. Plantinga, God, Freedom, and Evil (Grand Rapids: Eerdmans, 1974). [15]William Lane Craig, “‘No Other Name:’ A Middle Knowledge Perspective on the Exclusivity of Salvation through Jesus Christ,” Faith and Philosophy 6 (April 1989): 185. [16]Keathley, Salvation and Sovereignty, 153. [17]Craig, “No Other Name,” 188.
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