¿Qué hacer con los que te dañan?
Cualquier persona que ha vivido un poco de tiempo ha sido dañada por otros. Ya sea intencionalmente o sin querer, todos hemos sido dañado por otros. Puesto que sabemos que el ser dañado o lastimado es parte de la vida, debemos recordar que lo importante es cómo reaccionamos al ser dañados. Debemos aprender lo que Dios opina en cuanto que hacer con las personas que nos hacen daño. Presento unas ideas de cuál debe ser la reacción del creyente cuando es dañado por otra persona:
- Arreglar nuestra propia actitud
Romanos 12:18 nos enseña que “en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres”. No solo enseña que debo estar en paz con todos los hombres, sino que dice “en cuanto dependa de vosotros”. No puedo forzar a nadie a quererme o estar en paz conmigo, pero sí puedo estar en paz con los demás. Bíblicamente parece que el estar en paz con otros depende más de mí que de la otra persona. Romanos 14:19 me enseña a seguir “lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación”. Debo estar más interesado en mi propia actitud que en la actitud o las acciones de otro. Dios me manda a hacer lo correcto a pesar de que el otro no me trate bien. Aun Dios me advierte de no guardar rencor (Levítico 19:18). El rencor, amargura y odio solo lastima a la persona que lo posee. El rencor es como un cáncer y me terminará destruyendo si lo tengo. No puedo cambiar lo que otro piensa de mi o me ha hecho, pero si puedo cuidar mi propia actitud y asegurarme de que estoy bien con Dios y con la persona.
- Amarle
En Mateo 5:43-48, vemos que Cristo está enseñando sobre la relación con los demás. Cristo se refiere al “pensamiento común” de amar a tu prójimo y aborrecer a tu enemigo, pero lo refuta diciendo que debemos amar a nuestros enemigos, bendecir a los que nos maldicen, hacer bien a los que nos aborrecen, y orar por los que nos ultrajan y nos persiguen. Cuando alguien me hace mal, lo primero que viene a mi mente no es “amor”. Francamente quiero orar por la persona… pero orar para que Dios le castigue y le haga sufrir. Dios me enseña a hacer bien, orar y amar a los que me hacen daño. Lamentablemente, no puedo dar testimonio que cumplo con esto… pero como obrero de Dios debo aprender a amar a los que me hacen daño. El “ojo por ojo, diente por diente” no es lo que Dios nos manda. La ley mandaba ojo por ojo diente por diente, pero la gracia manda algo nuevo, manda amarle en vez de buscar venganza. El diablo gana mucho terreno cuando nos enojamos y odiamos en vez de amar. No debemos olvidar que Dios aborrece la discordia entre los hermanos (Proverbios 6:16-19). Dios quiere unión, no división. Si no puedo amar a mi hermano a quien veo, ¿cómo puedo amar a Dios a quien no veo? (I Juan 4:20).
- Ayudarle
En Éxodo 23:5 nos enseña “Si vieres el asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿le dejarás sin ayuda? Antes bien le ayudarás a levantarlo.” Si la persona que te lastimó está en necesidad, no es el momento de reírte, sino es una oportunidad de ayudar. Puedo ayudar de muchas maneras, aun económicamente (Ro.12:20; Pr. 25:21-22). Debemos aprender a tratar a otro como quisiera que me traten a mí (Mateo 7:12, Proverbios 24:29). Un día voy a necesitar que otro me ayude, pero si quiero que otro me ayude, debo ayudar a otros. Dios me habla de ayudar a otros… pero especialmente a los que me han dañado.
- Anticipar lo que Dios va a hacer
Cuando alguien me daña, lo último que pienso es en lo que Dios quiere hacer en mi vida. Dios me enseña a no buscar venganza, más bien dejar “lugar a la ira de Dios”
(Romanos 12:19). En Proverbios 20:22 también nos enseña a no vengarnos, nos dice “Espera a Jehová, y él te salvará”. Cuando alguien me hace daño, Dios quiere que le dé lugar a Él y que espere en Él – debo anticipar lo que Dios va a hacer. Dios quiere moldearnos y formarnos a Su imagen… y si quiere usar a otras personas, debo aceptarlo en vez de quejarme. La próxima vez que alguien te dañe… piensa en lo que Dios puede hacer y date cuenta que Dios sabe lo que está sucediendo y puede obrar a pesar que parezca fea la situación. ¿Y Si Se Aprovechan de Mi?
Si has estado en el ministerio por un tiempo, seguro que estarás de acuerdo conmigo que sientes que las personas se aprovechan de ti: sea tu privacidad, familia, dinero, casa, auto o lo que sea. Me acuerdo como joven enojándome por la manera que la gente en la iglesia se aprovechaba de mi padre. Él no era pastor, pero como fiel hombre en la iglesia fue puesto en la lista para cortar el pasto, arreglar lo que estaba roto y realizar otras labores. A veces los que estaban en la lista para cortar el pasto no iban y mi padre tenía que terminar haciéndolo. Mi padre, en mi opinión como joven, tenía el defecto de no saber decir ‘no’. Sentí que estaban aprovechándose de su generosidad y amabilidad. Ha pasado el tiempo, ahora estoy en el ministerio y cuando la gente me pide un favor o me reclama algo y siento que
se aprovecha, recuerdo la vida de mi padre. Al abrir la Biblia, veo que mi padre no estaba equivocado. Si estudiamos la vida de los personajes bíblicos, veremos que ellos también estuvieron en la misma situación. Pablo dijo que el que más ama, es el menos amado (II Corintios 12:15). Moisés fue un gran siervo de Dios y vemos seguidamente como el pueblo se quejaba contra el por la falta de pan, agua, etc. Y por supuesto no nos podemos olvidar del Maestro de maestros, nuestro Señor Jesucristo, quien vino a un mundo que al final le crucificó. Todos ellos y muchos más fueron ‘abusados’ por la gente, pero siguieron. En Juan 15:13 nuestro Señor nos ensena que “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” Como obreros de Dios, tenemos que poner nuestras vidas por otros. Todos queremos nuestra privacidad y libertad, pero el obrero de Dios tal vez no tendrá tanto como otros. En vez de sentirme que otros se están aprovechándose de mí, mi actitud debe ser: “soy un siervo de mi amo y estoy dispuesto a aceptar lo que venga para agradar al que me mandó”. Lamentablemente no siempre hago así, más como obrero de Dios, necesito arreglar mi actitud para no sentirme lastimado, enojado y finalmente dejar el ministerio. Que Dios nos ayude a entender que somos Sus obreros y si alguien se aprovecha, no es asunto nuestro para arreglarlo… estamos porque Dios nos puso, no para agradar al hombre. Que Dios nos ayude a decir “Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos” (II Corintios 12:15).
Del libro La Quimica del Ministerio
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