Tu actitud hacia la disciplina por Jeffrey Bush

by | Mar 24, 2017 | Ministerio | 0 comments

Tu actitud hacia la disciplina por Jeffrey Bush

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Guarda tu corazón

“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.” Proverbios 4:23

Hay muchas cosas que el ser humano guarda y cuida: su dinero, joyas, una carta especial, oro, algún regalo de alguien especial, etc. No es malo que uno guarde y cuide algo, pero el rey sabio, Salomón, nos dice que sobre todas las cosas guardadas, debemos guardar nuestro corazón. El corazón mana y maneja la vida y el Cristiano debe asegurarse que su corazón este bien para no ser guiado al mal. El corazón representa el centro de nuestro ser y Dios quiere que guardemos nuestro corazón para caminar bien en esta vida. El diablo está atacando demasiado hoy en día a los cristianos y especialmente a los que quieren ser fieles, amar y trabajar para Dios. El diablo no está matando literalmente a los cristianos, pero si emocionalmente, espiritualmente y anímicamente, está atacando al corazón. Si el obrero de Dios se frustra y desanima, sentirá que no puede avanzar y servir a Dios y por esta razón debemos guardar el corazón. El diablo puede tocar y afectar el cuerpo, pero si aprendemos a guardar el corazón, podemos ganar la batalla y seguir fuertes en el servicio del Señor. Quiero presentar tres pasos bíblicos y básicos para ayudarte a guardar tu corazón:

  • Poner tus ojos en Cristo

Dos versículos más abajo de donde nos dice guardar el corazón, nos dice esto: “Tus ojos miren lo recto, Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante” (vs. 25). Si podemos dirigir nuestros ojos a mirar lo correcto, podemos guardar nuestros corazón. Proverbios 23:26 nos dice que los ojos están conectados a nuestro corazón fíjate lo que dice: “Dame, hijo mío, tu corazón, Y miren tus ojos por mis caminos.” Dios quiere que le demos nuestro corazón, pero pareciera que le tenemos que dar nuestros ojos para darle nuestro corazón. Puesto que la vida no es fácil y está llena de pruebas, nuestro Señor nos dice que debemos poner nuestros ojos en Él (Hebreos 12:2). Y como los ojos están conectados al corazón, seríamos sabios si ponemos nuestros ojos en Dios.

  • Pensar en lo correcto

En Mateo 15:19 nos dice que “del corazón salen los malos pensamientos”, es decir, que nuestros pensamientos están conectados al corazón. Si vamos a guardar nuestro corazón, tenemos que aprender a cuidar nuestros pensamientos. Los pensamientos nos animan o nos desaniman, nos levantan o nos frustran, nos ponen contentos o tristes y nos permite enfocarnos en Dios o enfocarnos en los problemas. Si nos enfocamos en lo negativo y en los problemas, nuestro corazón se va alejando. Es por esta razón que Dios nos manda a pensar en lo que es “verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre” (Filipenses 4:8). Si vamos a guardar nuestro corazón, tenemos que aprender a cuidar nuestros pensamientos no solo de pecado y perversión, sino también de lo negativo, malo y de lo que no edifica.

  • Guardar la Biblia en tu corazón

El salmista David dijo “En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti” (Salmo 119:11). Si guardo la Palabra de Dios en mi corazón, puedo evitar caer en la tentación, pecado, desánimo y problemas. El obrero de Dios que quiere que su corazón esté guiado en el buen camino, tiene que aprender a guardar la misma Biblia en su corazón. La Biblia no nos guiará mal sino que nos enseñará a guardar el corazón para Dios. El mundo nos dice, “sigue tu corazón”, pero si mi corazón está mal recordemos que Jeremías 17:9 nos dice que es engañoso y perverso y sigo lo que él me dicta, no voy a poder seguir y servir a Dios. Es de suma importancia que guardemos nuestro corazón para poder avanzar en la vida. Más tenemos que trabajar y esforzarnos para guardar nuestro corazón. Si el cristiano pone sus ojos en Cristo, cuida sus pensamientos y guarda la Biblia en su corazón, va a poder avanzar para el Señor. ¡Que Dios nos ayude a guardar nuestros corazones!

DOMINIO PROPIO

“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” II Timoteo 1:7 La palabra dominio significa: “Poder que se ejerce sobre personas o cosas”. Dios nos dio el poder de controlar nuestras propias acciones y vida. En el ministerio, el dominio propio (auto-disciplina) es de suma importancia. Un obrero de Dios que está a tiempo completo en el ministerio normalmente es su propio jefe. No tiene a nadie que le diga la hora en que se tiene que levantar, cuantas horas tiene que trabajar en el día, si tiene que visitar, estudiar, etc. La verdad es que el obrero de Dios puede manejar sus propios horarios y tener libertad…. pero esta libertad puede destruir al obrero y a su ministerio o puede ayudarle a tener auto-disciplina en su vida. Para expresar la importancia de esta verdad, quiero hablar de mi propia vida. Personalmente tengo familiares, amigos e iglesias que me apoyan para estar en el ministerio. Hay hermanos y amigos en la iglesia donde pastoreaba a quienes pedí que sean fieles a las reuniones, den sus diezmos y ofrendas y que participen en las actividades de las iglesias (como invitar, testificar, etc.). Yo sería un hipócrita y culpable de una condenación fuerte si espero que los demás trabajen, vengan a la iglesia, den sus diezmos y se involucren en la obra mientras yo descanso en mi casa y no hago nada. La necesidad que tengo es disciplinarme al trabajar, estudiar, visitar, orar, testificar, etc. Poco tiempo después de estar en el ministerio, me di cuenta que nadie sabía de mis actividades, de lo que hago y a lo que apunto … pero también me di cuenta que si no tengo dominio propio, auto-disciplina, nunca iba a avanzar en lo personal, familiar o ministerial. Francamente como obreros de Dios podemos escapar de muchas personas, pero debemos recordar que los ojos de Jehová están en todo lugar (Proverbios 15:3). Como obreros de Dios, debemos hacer todo lo que hacemos para Cristo y no para el hombre (Colosenses 3:23) y antes que digamos “así es, lo hago para Dios y no para el hombre”, debemos recordar que si es para Dios, debe ser cien veces mejor que si fuera para el hombre. Dios nos advierte que no seamos flojos o negligentes sino que usemos bien el tiempo, los talentos y los recursos que Él nos dio. Hay momentos en que queremos terminar el día e ir a casa… igual no habrá problemas puesto que somos nuestros propios jefes. Hay momentos en que me gustaría ir a casa y cerrar la puerta… pero me pregunto, si todos tuvieran mi ética de trabajo, ¿se harían las cosas? Si todos tuvieran la actitud de “voy a descansar en vez de trabajar” ¿Avanzaría y crecería el ministerio? ¿Quién llamaría al afligido? ¿Crecerían los jóvenes que quieren predicar? ¿Estaría preparado el sermón para el domingo? Si yo no me disciplino, el ministerio y mi propia vida terminarán en estancamiento. Como yo soy mi propio jefe, necesito autodisciplina, tengo que empezar a colocar algunas reglas en mi vida. Así como una persona que trabaja por cuenta propia, yo también tengo que trabajar hasta tarde si es necesario, trabajar más tiempo o trabajar más duro para hacer las cosas. Como misionero, tengo en claro que las personas a las que estoy ayudando tienen que tener acceso a mi sea cual sea la hora. Aunque he tenido la suerte de ayudar muchas veces, veo que muchas otras veces he fallado. He fracasado porque la almohada se sentía bien, he fracasado porque no había estudiado, he fracasado… porque yo no era disciplinado en mi propia vida. Por eso les reto con ideas que me han ayudado. Si estás casado, asegúrate de que tu esposa entiende cuál es su responsabilidad y que esté de acuerdo, luego, siéntate y dile al Señor que vas a tomar tu trabajo en serio. Piensa en ello, ¿A quién más se le paga para llegar a predicar y enseñar a otros? ¿Quién más puede ver a los nuevos conversos que son bautizados, que crecen y que comienzan a predicar? Sin duda tengo un gran privilegio, pero ¡cuánto mayor es mi responsabilidad! Así que únanse a mí a fin de renovar nuestro compromiso de hacer lo que se necesite como siervo del Señor. Que Dios nos ayude a disciplinarnos para servirle con el tiempo, esfuerzo y amor que sea necesario.

Del libro La Quimica del Ministerio 

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