Sobreviva – Prospere en la vida #5 Jeffrey Bush

by | Ene 17, 2018 | Vida Cristiana | 0 comments

Sobreviva – Prospere en la vida #5 Jeffrey Bush

by | Ene 17, 2018 | Vida Cristiana | 0 comments

ES TIEMPO DE PENSAR EN GRANDE

Al finalizar el libro de 1 Crónicas, David anima a su hijo Salomón a que sea fuerte, valiente y que no desmaye (28:20). David había preparado al pueblo y los materiales para construir el templo. Había desafiado al pueblo y le había entregado el reino a su hijo Salomón con éxito. Aunque el sueño comenzó en el corazón de David, pronto controla el corazón de Salomón y comienza a construir el templo para Dios. Mientras lo construye le pide al rey de Tiro que le dé cedros para el proyecto. Salomón luego dice, “Y la casa que tengo que edificar, ha de ser grande; porque el Dios nuestro es grande sobre todos los dioses” (2 Crónicas 2:5). En este pasaje se ve claramente el corazón de Salomón. No tiene la intención de edificar un templo pequeño para Dios porque Dios no es promedio o pequeño. Iba a construir una gran casa porque servía a un gran Dios.

Salomón fue uno de los más grandes reyes que tuvo Israel. Su sabiduría y riquezas exceden grandemente a las de cualquier otro rey (1 Reyes 10:23). Salomón no hizo nada en términos de promedio. Creo que Salomón se conectó con algo que cada cristiano debería aprender. No sea promedio porque Dios no es promedio. Intente grandes cosas porque tiene un gran Dios. Muchos cristianos quieren ser cristianos promedio. Como resultado de ello viven vidas promedio con resultados promedio. No servimos a un Dios promedio, entonces no deberíamos ser un pueblo promedio. Deberíamos trabajar más arduamente que cualquiera, creer más que cualquiera y esperar más que cualquiera. Tenga gran fe y verá grandes resultados; tenga poca fe y verá pocos resultados.

El concepto es mucho más que una arenga; es una súplica al cambio de su pensamiento. Si cree que nuestro gran Dios quiere hacer grandes cosas a través de usted entonces verá la vida de manera diferente. Entonces se comportará de manera diferente y logrará diferentes resultados. “Por supuesto,” algunos pueden decir, “De hecho, si trabaja de manera diferente verá resultados diferentes.” Aunque también argumentaría que no trabajará de manera diferente si no piensa de manera diferente. Si no piensa de manera diferente, tendrá los mismos resultados que siempre ha conseguido. Es tiempo de creer en Dios y creer que Dios puede y va a usarlo.

En cierto sentido la Biblia es un libro de biografías de personas ordinarias que han creído en Dios para hacer cosas extraordinarias. David fue un joven pastor, y Dios lo hizo un verdugo de gigantes. Gedeón era un judío tímido, y Dios lo hizo un líder valiente. Moisés le dijo a Dios que no podía hablar, y Dios lo hizo un portavoz que nos dio los cinco primeros libros de la Biblia. María era una chica judía humilde y recta, y Dios la hizo la madre terrenal de Salvador del mundo. La Biblia está llena de historias de hombres y mujeres que simplemente fueron personas normales, pero al permitir que Dios obre en ellas llegaron a ser instrumentos poderosos.

Aunque se ha sellado el canon de la Escritura, el Dios de la Escritura todavía está vivo y sigue obrando. Todavía sigue dispuesto a usar a cualquiera que le entregue su vida sin restricciones. Cosas sorprendentes les suceden a las personas que creen en Dios. Pienso que las obras más grandes y mejores todavía están por hacerse. Las iglesias más grandes están aún por construirse, los misioneros más grandes están aún por enviarse, y los logros más importantes están aún por verse. Dios está buscando a alguien que simplemente le crea y le deje obrar en él. Decida ser esa persona. Entregue su vida; crea que puede obrar en usted, y permita que haga lo que sólo Él puede hacer.

Cuando serví como misionero en Argentina, un amigo misionero cercano y yo nos desafiábamos a pensar en grande y trabajar más arduamente. Cuando estábamos buscando una propiedad, tratando de testificar, preparándonos para predicar o aplicar una nueva idea, nos empujábamos a hacerlo en grande. Nuestro lema llegó a ser “vamos a hacerlo en grande o nos vamos a casa.” No teníamos deseos de hacer una obra promedio o simplemente dejar que pasen los años; queríamos ver a Dios hacer grandes cosas y trabajábamos hacia esa meta. Mi amigo misionero compró uno de los almacenes más grandes a la redonda para su iglesia, predicaba por todas partes y vio las bendiciones de Dios porque creía en un gran Dios. Dios también me permitió predicar en la radio a cientos de miles, trabajar en el sistema penitenciario, comprar propiedades para la iglesia con tratos sorprendentes, ver hombres llegar a ser pastores, comenzar un seminario bíblico con jóvenes deseosos de servir a Dios y muchas otras cosas más. Mi educación, antecedentes y habilidades pueden jugarme en contra, pero con la ayuda del Señor puedo creer más y trabajar más arduamente que otros. El dinero, la educación y las capacidades no son la cuestión; su deseo y creencia en un gran Dios es lo que cambia las reglas del juego. Usted tiene un gran Dios; ¡entonces aplique gran fe con trabajo duro, y estoy convencido que verá grandes resultados!

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