El estado de los paganos
Seguramente debido a nuestra naturaleza caída nos conmovemos fácilmente ante la necesidad física, el peligro o sufrimiento de otros, y sin embargo, somos tan indiferentes a las necesidades espirituales de las mismas personas. “El diablo está dispuesto a que nos preocupemos por las necesidades periféricas de los paganos”, escribe A.G. Pouncy. “No le preocupa si nos horrorizamos ante la enfermedad y la ignorancia, la superstición y la inmoralidad; no altera sus planes mayormente si edifìcamos hospitales, fundamos escuelas y enseñamos agricultura—y debemos hacer estas cosas si en verdad amamos a nuestros prójimos—siempre y cuando ignoremos el cáncer espiritual del cual las necesidades visibles son sólo síntomas” (If Our Gospel Be Hid [Si nuestro evangelio está escondido]).
Su condición presente
La enseñanza de Nuestro Señor: El elemento escatológico estaba siempre presente y a menudo era preeminente en la enseñanza de nuestro Señor, y en este sentido sus declaraciones contrastan notablemente con la predicación normal de la actualidad. Observemos en sus discursos las numerosas referencias al cielo y al infierno, al juicio, la resurrección y la vida venidera. Advirtió solemnemente a sus oidores que los que no le recibían a Cristo y a su Palabra, serían excluidos de su comunión; que el arrepentimiento y la fe en Él eran las únicas alternativas a “perecer” (Lc. 13:3; Jn. 3:16). Repetidas veces insistió en que sólo por medio de Cristo puede el hombre acercarse a Dios.
“Yo soy el camino … nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn. 14:6).
“Yo soy la puerta … El que … sube por otra parte, éste es ladrón y salteador” (Jn. 10:9; 10:1).
“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Jn. 17:3).
“El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Jn. 3:3).
Estas categóricas afirmaciones de Cristo enseñan que ningún hombre, ya sea civilizado o pagano, puede acercarse a Dios sino mediante Él mismo, y por medio del nuevo nacimiento.
La enseñanza de los apóstoles
Sus enseñanzas en ninguna manera están en conflicto con las de su Maestro. En verdad, si estuvieran, sus pretensiones de inspiración estarían irreparablemente perjudicadas. En su concepto, la destitución espiritual de los paganos era trágica en extremo. Estaban:
Sin Dios, sin Cristo, sin esperanza. “En aquel tiempo estabais sin Cristo, … sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Ef. 2:12).
Sin vida. “Estabais muertos en vuestros delitos y pecados” (Ef. 2:1).
Sin iluminación. “Teniendo el entendimiento entenebrecido” (Ef. 4:18). “En otro tiempo erais tinieblas” (Ef. 5:8).
Sin libertad. “Erais esclavos del pecado” (Ro. 6:17).
Sin conocimiento de Dios. “No aprobaron tener en cuenta a Dios” (Ro. 1:28). “Los gentiles que no conocen a Dios” (1 Ts. 4:5).
Sin herencia. “Ningún … idólatra tiene herencia en el reino de … Dios” (Ef. 5:5).
Sin perdón. “Te envío … para que reciban … perdón” (Hch. 26:17, 18).
Sin excusa. “No tienen excusa” (Ro. 1:20).
Sus perspectivas futuras
La enseñanza de los apóstoles sobre la idolatría y la hechicería, ambas invariablemente asociadas con el paganismo, es extremadamente solemne y sus implicancias son de largo alcance.
“No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras … heredarán el reino de Dios (1 Co. 6:9, 10).
“Manifiestas son las obras de la carne … idolatría, hechicería … de Dios” (Gá. 5:19– 21).
“Pero los cobardes … y los idólatras … tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre” (Ap. 21:8).
“Estarán fuera … los hechiceros … los idólatras” (Ap. 22:15).
A menos que el lenguaje de las Escrituras no tenga significado exacto, estos pasajes enseñan, sin lugar a duda, que todos los que practican estas cosas serán excluidos del reino de Dios. ¡Y qué vasto sector del paganismo está comprendido dentro de esa categoría!
Si en verdad esta es la condición presente y la perspectiva futura de los paganos, y si la Iglesia de Cristo tiene a su cargo el único mensaje que puede transformar a estos trágicos “excluidos” en poseedores de “las inescrutables riquezas de Cristo”, ¡cuán urgente es, entonces, la obra misionera y cuán tremenda la tragedia de no proclamar ese mensaje!
Del libro ¿Están Perdidos? por J. Oswald Sanders
0 Comments