Por David Levy
El 31 de octubre de 1517 se inició la Reforma de la iglesia cuando Martín Lutero clavó sus noventa y cinco tesis en la puerta de la iglesia en Wittenberg, Alemania.
Poco tiempo después de la proclamación de Lutero apareció la obra de Juan Calvino. Él escribió Las Instituciones de la Religión Cristiana en 1536, el cual se iba a convertir en el libro de texto sobre la fe protestante. Durante el mismo período, otros hombres como Zwinglio, Bullinger, Wollebius, Cocceius y Ames (para nombrar algunos) contribuyeron a establecer una teología básica fundamentada en el escrito de Calvino. Sus escritos pondrían el fundamento para una filosofía bíblica sistematizada de la historia y teología para la Iglesia Reformada que posteriormente se desarrolló transformándose en lo que hoy conocemos como teología del pacto.
La teología del pacto en líneas generales divide las enseñanzas de la Biblia en dos pactos básicos; posteriormente se añadiría un tercer pacto (aunque no es aceptado por todos). Ellos son llamados los pactos de obras, gracia y redención.
PACTOS PRESENTADOS
EL PACTO DE OBRAS
Los teólogos del pacto creen que Dios entró en un pacto de obras con Adán al momento de su nacimiento. Dios puso a Adán en el huerto de Edén y le ordenó, “mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Gn. 2:17).
Adán fue probado mediante la “elección” que le dio Dios. Si Adán rechazaba comer del árbol se le prometía vida. La promesa de vida incluía la perfección de su cuerpo y alma así como una relación santa e íntima con Dios. Esta vida significaba que Adán poseería y disfrutaría una vida eterna en un estado perfecto sobre la tierra.
Si Adán desobedecía a Dios comiendo del árbol entonces sufriría la muerte. Tanto Adán como Eva no pasaron la prueba y comieron del árbol. Al hacer eso adquirieron una naturaleza pecaminosa, su relación con Dios no sería la misma y morirían espiritual y físicamente. Como cabeza federal de la raza humana (Ro. 5:12), todas las personas nacidas después de Adán adquirieron una naturaleza pecaminosa y al igual que Adán y Eva experimentan la muerte.
La teología del pacto llamó al acuerdo entre Dios y Adán el pacto de obras, porque Adán debía tomar una decisión de obediencia para recibir la promesa de la vida eterna. Esto nunca se identifica explícitamente como un “pacto,” mucho menos un pacto de obras, en el libro de Génesis o en cualquier texto bíblico. No obstante la teología del pacto insiste en que está implícitamente identificada como un pacto de obras. Se insiste en que es un pacto basado en el acuerdo de dos partes, Dios y Adán.
EL PACTO DE GRACIA
El fracaso de Adán de cumplir con la obediencia requerida para el pacto de obras dio como resultado el pecado y muerte para él y toda la humanidad. Dios en su bondad amorosa tuvo misericordia de la humanidad pecaminosa y estableció lo que los reformadores llamaron el pacto de gracia. Este pacto proporcionaría salvación a través de Jesucristo a un grupo selecto de hombres y mujeres pecaminosos elegidos. Es así que Dios hizo el pacto de gracia con el hombre pecaminoso mediante el cual ofrece salvación a aquellos pecadores que son elegidos en Cristo. Los teólogos del pacto creen que la promesa bíblica principal de Dios para con el pacto de gracia (que incluye a todas las otras promesas) se encuentra en las palabras a menudo repetidas, “…para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti” (Gn. 17:7).
Los teólogos del pacto creen que el amor y gracia divinos de Dios garantizan la redención a través de Jesucristo Su Hijo, mediante la obra energética del Espíritu Santo en el hombre. A los que Dios salva se les promete y garantiza la salvación eterna de Dios. Estas promesas no se aplican a todos, sino sólo a los elegidos que Dios ha escogido en Jesucristo.
EL PACTO DE REDENCIÓN
El pacto de redención es otro pacto establecido por algunos teólogos reformados pero no por todos. Hay diferencias entre el pacto de gracia y el pacto de redención.
Este pacto enseña que en el pasado eterno, Dios el Padre y Dios el Hijo acordaron proporcionar la salvación al hombre y pusieron en acción un plan que los teólogos del pacto llaman el pacto de redención. Jesucristo (el Hijo de Dios) fue señalado por el Padre para llegar a ser Mediador de este pacto mediante Su encarnación, por el cual padecería la muerte en la cruz por el pecado del hombre. Jesucristo aceptó el plan de Dios el Padre y como el Dios-hombre fue comisionado para cumplir la obra de redención de los elegidos de Dios.
Jesucristo es identificado en la Escritura como el segundo Adán. A diferencia del Adán caído, Jesucristo sería obediente para con Dios el Padre, y estando sin pecado, cumpliría toda la justicia mencionada en la ley de Dios. Se predeterminó que Dios el Padre decretaría el plan de la redención. Dios el Hijo proporcionaría la redención a través de Su muerte sacrificial por el pecado en la cruz. Y Dios el Espíritu Santo produciría la salvación en la vida de todos los creyentes elegidos a través del poder otorgado a Él. Dios en Su gracia proporcionó un camino para la salvación del hombre a través del pacto de redención.
La teología del pacto, tal como se presenta hoy en día, nunca se mencionó en los escritos de Lutero, Calvino y Zwinglio.
LA POSICIÓN DEL PACTO
¿Cómo es que los teólogos del pacto llegaron a identificar los pactos de obras, gracia y redención? No hay escrituras específicas que identifiquen los temas de las “obras,” “gracia” y “redención” como pactos.
Los teólogos del pacto agarraron su estudio de la Escritura y, mediante la deducción de lo que creen es evidencia bíblica de su posición, proyectaron la idea que estos tres pactos (obras, gracia y redención) se enseñaron a lo largo de la Biblia. Por ejemplo, a causa de la composición de diversos textos como Génesis 3:15, ellos identificaron tal texto como evidencia bíblica del pacto de redención. Pero la palabra “pacto” nunca se menciona ni es aludida en Génesis 3:15 (o alguna otra porción de la Biblia) como para que se le pueda identificar como un pacto.
A menudo los textos usados fueron espiritualizados o alegorizados para que encajen dentro de uno de los pactos mencionados en este artículo. Es así que varios textos que tratan con Israel, y especialmente con la profecía, no fueron interpretados de manera normal, literal, gramatical o histórica en el contexto en que aparecieron; sino más bien se interpretaron de manera espiritual o alegórica, y así se quitó el texto de su verdadero significado.
EL PROBLEMA DEL PACTO
Hay numerosos problemas que pueden ser identificados dentro de la interpretación de la Escritura de la teología del pacto. Aquí mencionamos unos:
La Escritura nunca mencionó que los así llamados pactos de obras, gracia y redención específicamente fuesen pactos. Estos son títulos hechos por el hombre o designaciones escogidas artificialmente por los teólogos del pacto que las deducen de la Escritura para así identificar sus hallazgos. Hay pactos inequívocos mencionados en la Escritura como el pacto abrahámico (Gn. 17:1-27); el pacto con Noé (Gn. 6:18; 9:11-17); el pacto mosaico (Éx. 19:5; 24:1-8); el pacto davídico (2 Cr. 7:18; cf. 2 S. 7:8-17) y el nuevo pacto (Jer. 31:31). La palabra “pacto” se usa específicamente para identificar las escrituras recién mencionadas como “pactos” en la Biblia. Pero en ninguna parte de la Escritura se menciona un pacto de obras, gracia o redención.
La teología del pacto tiene que reducir su punto de vista global del programa de Dios para la historia de la humanidad. Los teólogos del pacto enfatizan mucho sobre la gracia y la redención, pero otras áreas importantes de la doctrina que tratan con la profecía y el programa de la escatología de Dios para los judíos, gentiles y la iglesia, son pasadas por alto o malinterpretadas.
A fin de interpretar la Biblia adecuadamente, uno debe aplicar las reglas correctas de la hermenéutica al texto bíblico. Es decir, estudiar el texto dentro de su escenario normal, gramatical, histórico y cultural y dentro del contexto del pasaje para poder discernir el significado literal de lo que el escritor está enseñando. Esto se aplica al adecuado uso interpretativo de las figuras retóricas y también al lenguaje tipológico.
La teología del pacto a menudo no hace esto, especialmente con las profecías que tratan con la nación de Israel y otros temas escatológicos. Los teólogos del pacto a menudo vuelven a leer el Nuevo Testamento en el Antiguo Testamento, cambiando así el claro significado del Antiguo dentro de su contexto, aplicando así una estructura artificial de interpretación. Lo que hacen es usar la revelación del Nuevo Testamento como el interpretador autorizado del Antiguo Testamento. Creen que Jesús y los apóstoles proporcionaron la interpretación correcta del Antiguo Testamento, especialmente cuando se trata de los temas escatológicos.
La teología del pacto cambia el significado de la palabra Israel tal cual es usada en el Antiguo Testamento. Algunos enseñan que la iglesia ha reemplazado a Israel y que de hecho Israel era la Iglesia mencionada en el Antiguo Testamento. Dicen que las raíces de la iglesia están en el pueblo de Dios, comenzando en el Antiguo Testamento. Es decir, Israel y los temas relacionados con la nación son sólo sombras y tipos que llegan a ser correctamente interpretados en cuanto a su cumplimiento literal una vez que Jesús proporcionó la nueva revelación del Nuevo Testamento. ¡No es cierto! La revelación del Nuevo Testamento no reinterpreta, borra, ni cancela el significado original de la revelación del Antiguo Testamento. Todo lo contrario, el Nuevo Testamento continúa la revelación de Israel y redefine, reitera y reafirma el cumplimiento literal de las promesas del Antiguo Testamento para Israel en ambos advenimientos de Jesucristo.
En otras palabras, las promesas hechas a Israel no se cumplen espiritualmente en la iglesia, ni la iglesia reemplaza a una Israel física y literal como el pueblo de Dios presente o en el gobierno del reino de Cristo. Se debe notar que la iglesia nunca fue presentada en el Antiguo Testamento porque recién se inició en el día de Pentecostés después del ministerio post resurrección de 40 días de Cristo (Hch. 2). La palabra iglesia nunca se usa intercambiablemente en el Nuevo Testamento con referencia a Israel.
Los teólogos del pacto creen que los líderes de la iglesia primitiva enseñaron su posición. La historia de la iglesia no prueba que esto sea cierto. La teología del pacto no fue una postura sostenida por la iglesia primitiva, la iglesia en la Edad Media, ni fue mencionada por Lutero, Calvino u otros al inicio de la Reforma. Tampoco hay evidencia para probar que la teología del pacto fue desarrollada o estuvo presente en algunas de las confesiones de fe en la iglesia primitiva. De hecho, su primera aparición estuvo en la Confesión de Westminster en 1674, pero no se desarrolló plenamente sino que tuvieron que pasar años para que sea desarrollada por los teólogos del pacto. En otras palabras, la doctrina sistemática de la teología del pacto (como se cree hoy) es un perfeccionamiento de la enseñanza de los reformadores. No obstante, es importante mencionar que la estructura de la teología del pacto ha estado presente desde aproximadamente el segundo siglo D.C.
Los problemas mencionados anteriormente en la interpretación de la Biblia de parte de los teólogos del pacto de ninguna manera son exhaustivos. Por las razones mencionadas en este artículo, no creo que la teología del pacto sea un método bíblico verdadero para la interpretación de la Escritura.
DAVID LEVY
David M. Levy es el Director del Worlwide Ministry Development, Education and Ministry Relations, así como también es escritor y maestro bíblico de The Friends of Israel.
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