Motivación para las Misiones

by | Feb 10, 2017 | Ministerio | 0 comments

Motivación para las Misiones

by | Feb 10, 2017 | Ministerio | 0 comments

En contraste con el pensamiento y la enseñanza populares, la motivación primordial de las misiones cristianas no es ni la gran comisión de nuestro Señor ni la necesidad espiritual de los paganos. Es inherente a la naturaleza del trino Dios. Dios tiene un corazón misionero cuyos intereses son globales (Jn. 3:16; 1 Ti. 2:4). Cristo fue enviado por el Padre en una misión salvadora que involucraba sufrimientos y sacrificio tan grandes que le ha dado el derecho de demandar lo mismo de sus seguidores (Jn. 20:21). Su visión era mundial. Su plan para la Iglesia fue una empresa mundial. Su esperanza para el reino era la conquista mundial. El Espíritu Santo como ejecutor de la empresa misionera, llama y envía a misioneros y selecciona sus esferas de servicio (Hch. 13:2, 4; 16:6, 7).

La necesidad de misiones está también implícita en el mensaje del evangelio. “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” y a los creyentes se les ha encomendado este ministerio de reconciliación (2 Co. 5:18, 19). La misma naturaleza del evangelio impone sobre aquellos que lo aceptan la obligación de compartirlo con otros beneficiarios. Al ser exclusivo demanda que se auto-propague y puede ser comunicado efectivamente sólo por aquellos que han experimentado su poder salvador y su gozo.

El mandamiento de nuestro Señor de ir “a todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura” jamás ha sido revocado y seguirá ejerciendo su poder sobre todo corazón leal. Es un móvil poderoso de los esfuerzos misioneros pero no es el principal. Generalmente se afirma que la motivación escatológica de las misiones cristianas— basada en la suposición de la condición perdida y por ende la perspectiva de castigo eterno para los paganos—que anteriormente tenía importancia en incentivar a los hombres a dedicarse a la obra misionera, es prácticamente letra muerta. La obra misionera, se afirma, ya no es motivada por un deseo de salvar a los paganos de un destino futuro de miseria y castigo eterno. La meta del misionero es, más bien, salvar al pagano para una vida de salud y alegría, integrándolo a la vida de la iglesia y de la comunidad. El doctor Paul Tillich representa a gran número de teólogos cuando escribe lo siguiente: “Uno no debe interpretar a las misiones como un esfuerzo para salvar de la condenación eterna a la mayor cantidad de individuos como sea posible, de todas las naciones del mundo … Tal idea no es digna de la gloria y del amor de Dios y debe ser rechazada en virtud de la correcta relación entre Dios y su Palabra.” Este punto de vista ha sido declarado también en otras palabras: “En otros tiempos era común apelar en base al trágico espectáculo de millones de seres sin Dios y sin esperanza en el mundo, dirigiéndose sin sentido a su eterna condenación. Ha dejado de ser popular este móvil porque los cristianos modernos reconocen que son ellos mismos que serán castigados si retienen las buenas nuevas del amor de Dios, de aquellos a quienes también pertenece.” Pero esta respuesta hábil no considera ni la validez ni la invalidez bíblica del móvil. Tampoco reconoce el hecho de que en el centro mismo de la clásica porción de las Escrituras sobre el amor de Dios (Jn. 3:16) está la implicancia de que aquellos que no creen en su Hijo “perecerán”.

Es verdad que este móvil ha perdido su atractivo para los cristianos modernos, pero ¿no tendrán la culpa los cristianos más que el móvil mismo? Lo que está en juego es esto. ¿Es un móvil con base bíblica? No es difícil hacer una caricatura grotesca del punto de vista sostenido por los hombres de Dios tanto del pasado como del presente, y luego desecharlo como intolerable. Pero esto no sería justo ni con las Escrituras ni con el punto de vista opuesto.

Es verdad que el énfasis se ha movido en cuanto a este tema en nuestra generación, pero cabe preguntar si el cambio proviene de nueva luz sobre las Escrituras, o de alguna motivación menos digna. ¿Y este nuevo énfasis produce gigantes como los pioneros de la causa misionera? Ningún misionero desecha el móvil social, o los efectos secundarios del evangelio. Pero a menos que pueda comprobarse que es contrario a las Escrituras, no es en sí razón para desechar un móvil que influenció profundamente a las grandes misiones del pasado.

En su libro Mission Methods and Mission Problems (Métodos misioneros y problemas misioneros) el doctor Gibson niega que para él la suerte de los paganos sea un móvil para la obra misionera. “Me siento obligado a decirles”, escribe, “que a pesar de cualquier conclusión a la que uno pueda arribar por una convicción irresistible, yo por lo menos jamás podría hablar de la creencia que todos los paganos, hombres, mujeres y niños que no oigan el evangelio están inevitablemente condenados a muerte eterna, como motivación para las misiones … Sería una carga agobiante y jamás un impulso o motivación para la acción”.

En primer lugar, debemos destacar que un gran número de misioneros igualmente sinceros y nobles han experimentado exactamente lo opuesto de lo que afirma el doctor Gibson. La historia atestigua al hecho de que si bien este no era su único móvil, ni quizá tampoco el principal, lo que les impuso un sentido de urgencia y transformó a muchos de los primeros misioneros y a sus sucesores en ardientes heraldos de la cruz fue la creencia de que sin un conocimiento de Dios en Cristo los paganos estaban perdidos.

Debemos ser honestos y aclarar que en ninguna manera ignoraban las implicancias sociales del evangelio. Según afirma el doctor R.E. Speer: “Nunca tuvo asidero la acusación de que el movimiento misionero fue motivado por una visión escatológica estrecha”. El misionero siempre ha traído beneficios sociales a aquellos entre los cuales ha trabajado, pero estos han surgido como consecuencia del evangelio que ha tenido el lugar preponderante.

Esto se expresa claramente en lo que podría llamarse la Carta Magna de las misiones modernas, el notable Enquiry Into the Obligation of Christians to Use Means for the Conversion of the Heathen (Examen de la obligación de los cristianos a utilizar medios para la conversión de los paganos), de Guillermo Carey, que impulsó a la era misionera moderna. “¿Podemos nosotros, como hombres o como cristianos”, escribió, “ignorar que gran parte de nuestros prójimos, cuyas almas son tan inmortales como las nuestras, y que son tan capaces de adornar el evangelio y contribuir con su predicación, escritos y prácticas a la gloria del nombre de nuestro Redentor, y para el bien de su Iglesia, están sumidos en la ignorancia y la barbarie? ¿Podemos oír que están sin evangelio, sin ley, sin gobierno, sin artes ni ciencias, y no esforzarnos para hacerles conocer los sentimientos de los hombres y de los cristianos? ¿No será la propagación del evangelio el medio más efectivo para su civilización?”. Es justo decir, entonces, que si bien salvar a los paganos de la perdición eterna, según ellos creían, fue un fuerte móvil que impulsó a los primeros misioneros, esto no excluía que hicieran mucho para mejorar sus condiciones temporales. Debemos conceder que el motivo escatológico no es primordial pero abandonarlo no necesariamente favorece el movimiento misionero. En sus Studies in Theology (Estudios en teología) el doctor James Denney escribió: “El móvil de las misiones a los paganos no se encuentra en la creencia de que todos los paganos que mueren sin haber oído el nombre de Cristo están eternamente perdidos. Está en la obediencia al mandamiento de Cristo, en devoción a su honor en el mundo, y en ese amor aprendido de Él, que no mira lo suyo propio sino a lo de los demás también, y desea ardientemente impartir a los que aún están en tinieblas las bendiciones de esa luz en que se regocija. Es el amor de Cristo que constriñe al verdadero evangelista y no la aprehensión de un futuro aterrador.”

Si bien aceptamos que en general la afirmación del doctor Denney es verdad debemos equilibrarlo con afirmaciones tales como la de Pablo: “Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres” (2 Co. 5:11). El móvil supremo de las misiones es indudablemente una pasión por la gloria de Dios, especialmente en la salvación de aquellos por quienes su Hijo murió. Pero es también cierto que el móvil escatológico ha influido en promover interés y celo misionero en los corazones de algunos de los misioneros más grandes de todos los tiempos.

Del libro  ¿EstánPerdidos? por J. Oswald Sanders

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