LOS ANABAPTISTAS: LOS VERDADEROS HÉROES DE LA REFORMA – DOUG KUTILEK

by | Nov 17, 2017 | Ministerio | 0 comments

LOS ANABAPTISTAS: LOS VERDADEROS HÉROES DE LA REFORMA – DOUG KUTILEK

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Quinientos años después que Martín Lutero hizo público sus 95 tesis para que sean debatidas en relación a la doctrina y práctica católica romana, generalmente se considera este acto atrevido como el asalto de apertura en la reforma protestante. A pesar de la fama de Lutero, de hecho ya había habido otros desafíos para el dogma y las acciones de la iglesia católica por varios años por toda Europa.

Un lema de la reforma protestante en Europa en los años 1500 fue “Sola Scriptura,” frase en latín que significa “solamente la Escritura.” Ésta promocionó la Biblia como la única fuente de autoridad de la verdad teológica. Esta declaración era todo lo opuesto a lo que por mucho tiempo había sido declarado por la iglesia católica romana como la base de su doctrina: la tradición de la iglesia, los decretos de los concilios y las declaraciones papales, oh, y también la Biblia (con los libros apócrifos insertados), siendo ésta el último y menos importante de todos.

Martín Lutero defendió contundentemente su posición sobre “solamente la Biblia” en su aparición, de hecho su juicio, por herejía, ante la Dieta de Worms en abril de 1521. En respuesta a una demanda para que renuncie a sus escritos declaró valientemente, Yo no puedo someter mi fe ni al papa ni a los concilios, porque es tan claro como la luz del día que ellos han caído muchas veces en el error, así como en muchas contradicciones consigo mismos. Por lo cual, si no se me convence con testimonios bíblicos, o con razones evidentes, y si no se me persuade con los mismos textos que yo he citado, y si no sujetan mi conciencia a la Palabra de Dios, yo no puedo ni quiero retractar nada, por no ser digno de un cristiano hablar contra su conciencia.

Si Lutero hubiese sido más consistente en práctica con lo que profesaba en teoría en Worms, habría dejado un legado más grande con muchas menos arrugas.

¿Cómo surgió el punto de vista Sola Scriptura, o más bien, cómo fue reclamado como la herencia de los cristianos? Cuando Johann Gutenberg inventó la imprenta en los años 1450, el primer documento impreso llegó a ser la Biblia—en latín. La Biblia de la iglesia católica romana mayormente era un libro cerrado para la gran mayoría de los europeos contemporáneos que eran analfabetos, no sabían latín o no tenían ninguna Biblia. La impresión de la Biblia en las lenguas originales tardó en aparecer—el Antiguo Testamento en hebreo se imprimió primero en 1488, mientras que el Nuevo Testamento en griego fue publicado por el impresor Froben de Basilea por primera vez en 1516, más como una empresa comercial que por un celo por la verdad Divina.

La disponibilidad de los textos en sus lenguas originales suscitó el amplio interés en el estudio de la Escrituras, lo cual a menudo significó aprender los idiomas griego y hebreo, herramientas necesarias para dicho estudio. Y estudiar directamente la Biblia exponía inmediatamente los gruesos y frecuentes abandonos del catolicismo sobre la clara enseñanza de la Biblia. Pronto se hizo aparente que uno debía seguir a la iglesia o a la Biblia porque uno no podía seguir ambas cosas. Traducciones de la Biblia en lenguaje moderno aparecieron con rapidez, haciendo posible que las personas comunes escuchen y lean la revelación escrita de Dios en sus idiomas nativos siendo así liberados de la dependencia esclavista de los sacerdotes a causa del poco conocimiento de la Escritura que podrían tener.

Los reformadores se adhirieron colectivamente, en gran medida, a Sola Scriptura con respecto al asunto de la salvación por gracia a través de la fe, estando la salvación apartada de las obras humanas o el mérito. Pero con respecto a otras doctrinas y prácticas no abandonaron errores cometidos por siglos por parte del romanismo medieval, así como otras prácticas que no tenían sustento bíblico. De entre los principales reformadores, Lutero es el que se apartó menos de las enseñanzas de la iglesia católica romana y Zuinglio fue probablemente quien se apartó más, quedando los anglicanos y Calvino en un punto intermedio. Todos ellos conservaron una gran cantidad de equipaje teológico y práctico de la iglesia católica medieval, incluyendo el bautismo infantil, la unión de la iglesia y el estado, la persecución de la disidencia (Lutero aprobó la ejecución de los herejes y Calvino personalmente autorizó la quema de Miguel Servet, mientras que también asentía el ahogamiento de docenas de padres anabaptistas por rechazar bautizar a sus niños; Zuinglio persiguió activamente a los anabaptistas), una jerarquía eclesiástica, un punto de vista agustiniano de la predestinación y el amilenialismo.

El nombre “anabaptista”—que literalmente significa re-bautizador—fue un término acusatorio puesto sobre las diversas personas que concluían, basándose en un estudio cercano de la Biblia que el verdadero bautismo cristiano y bíblico sólo podía ocurrir después de que un individuo ejercía su fe en Cristo de manera personal y que por consiguiente ningún bautismo de niños podía ser válido.

Los anabaptistas surgieron relativamente de manera espontánea en varias regiones en Europa a lo largo del siglo XVI—Suiza y al sur de Alemania (entre los seguidores de Zuinglio), Moravia, al norte de Alemania y los Países Bajos, Polonia, Hungría e incluso Rumania. Un compromiso consistente y común con la Biblia como la única fuente de verdad Divina los condujo, aunque estaban ampliamente dispersos geográficamente, a puntos de vista teológicos convergentes y comunes. Aun cuando hubo algunos extremistas dentro de los anabaptistas profesos (principalmente los munsteritas de 1535) tan igual como hoy hay personas que se auto identifican como bautistas, la gran mayoría mostraban seriedad puesto que sólo buscaban seguir las enseñanzas de Cristo y los apóstoles de la forma más cercana sin la adición de la tradición humana.

Dentro de los diversos grupos anabaptistas había bastantes líderes que eran hombres altamente educados donde también se podría incluir a graduados universitarios y exsacerdotes católicos. No era raro el conocimiento del hebreo, griego y el latín dentro de ellos. A modo de ejemplo se puede mencionar que los eruditos anabaptistas Ludwig Haetzer y Johann Denck tradujeron por primera vez los profetas del Antiguo Testamento del hebreo al alemán en 1527. La traducción de Lutero de lo mismo, que apareció por primera vez siete años después en 1534, hizo gran uso del trabajo de ellos.

Los anabaptistas individual y colectivamente dejaron relativamente poco escrito en relación a sus creencias y prácticas o el registro de su historia. Baltasar Hubmaier fue el escritor anabaptista más grande y es reconocido como un gran erudito en esa era en Europa. Las razones de esto no son difíciles de encontrar, puesto que los anabaptistas fueron regularmente hostigados y acosados tanto por los reformadores como por los católicos, vivieron comúnmente como exiliados, estuvieron a menudo en prisiones y frecuentemente sellaban su fe con sangre. Se estima que un 80% de los mártires en Inglaterra que fueron asesinados durante el breve reinado de María I la sanguinaria (1553-1558) fueron anabaptistas. Trescientos anabaptistas fueron asesinados en una locación en un solo día. Se consideraba como raro al anabaptista que disfrutase de un ministerio extendido por una década y el hecho que los ministerios durasen uno o dos años, o incluso meses, era habitual. Los ministerios cortos e inmensamente ajetreados dejaban poco tiempo para escribir. Entonces nuevamente se puede decir que no había cuerpo o denominación centralizada para preservar y propagar los puntos de vista y escritos anabaptistas, en contraste a lo que se puede decir con respecto a Lutero o Calvino. Pero sus adversarios dentro de los protestantes y los católicos eran rápidos para llevar algunos o todos los escritos anabaptistas a las llamas, así como también eran propensos a malinterpretar maliciosamente las posturas y acciones anabaptistas en sus propios escritos, presentándolos de la peor manera posible.

Hoy en día pocos anabaptistas son ampliamente conocidos—quizás sólo Menno Simons y probablemente Baltasar Hubmaier. Pero la lista de hombres devotos, fieles y fervientes que trabajaron con diligencia, brillaron resplandecientemente y padecieron cruelmente por su adherencia honesta a la Biblia es amplia. El tiempo no nos deja hablar como se debe de Conrad Grebel, George Blaurock, Felix Manz, Michael Sattler, Hans Hut, Jacob Hutter, Pilgram Marpeck, Wilhelm Reublin, Peter Riedemann, Hans Denck y otros, muchos que ahora sólo son conocidos por Dios, que vivieron, trabajaron y todos muy a menudo murieron por tener un compromiso ferviente con la Biblia tomándola así como su única guía.

Los anabaptistas sentaron un precedente para los actuales principios bautistas distintivos que incluyen a la Biblia como la única fuente de verdad teológica, el bautismo del creyente (aunque comúnmente practicaban el rociamiento junto con la inmersión), la separación de la iglesia y el estado, la libertad del alma, la libertad de la persecución, la membresía de la iglesia regenerada, la autonomía de la iglesia local y el gobierno de la iglesia congregacional. No se debe olvidar que los reformadores y sus herederos teológicos, donde se incluye a los puritanos de Nueva Inglaterra, formaron iglesias estatales sustentadas por el gobierno y frecuentemente acudían a las autoridades civiles para perseguir, e incluso matar, a aquellos que creían en la libertad de consciencia. Y durante el siglo XVI, fueron los anabaptistas, no los reformadores, los que mostraron un ferviente espíritu misionero mientras buscaban cumplir literalmente el mandato de Cristo en Mateo 28:18-20. (También se debe recalcar, en contraste, que en algunos asuntos, pero que no se sostienen con uniformidad, las creencias generales de los anabaptistas se desviaron de los puntos de vista bautistas comunes en la actualidad, especialmente en el pacifismo, el rechazo a prestar un juramento y la no participación en el gobierno.)

El asunto de la descendencia lineal de los bautistas ingleses del siglo XVII (y subsecuentemente los bautistas modernos) de los anabaptistas del siglo XVI es un asunto en debate, debatido mayormente por los historiadores, pero no hay duda de un parentesco espiritual. El erudito bautista en griego A. T. Robertson declaró con naturalidad, “Dele a un hombre una Biblia abierta, una mente abierta y una consciencia con buen funcionamiento y le será difícil no ser bautista.” Nosotros también, al igual que los anabaptistas, profesamos la “Sola Scriptura” y nos esforzamos genuinamente para adherirnos a ese principio.

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