Química
He descubierto que es muy posible tener una persona altamente capaz con profunda integridad y que no es la persona correcta para el equipo. Algunas veces los mejores jugadores no son los correctos. La química es crucial. También he aprendido que los miembros de equipo más realizados son las personas cuyos valores personales están en armonía cercana con los valores del ministerio o la organización.
Para revisar la química debe conocer los valores de su equipo. Y no me refiero a los que están escritos, pero que nadie conoce—los que están enterrados en un folder o una política extensa. Me refiero a los valores verdaderos. ¿Qué es más importante para su ministerio? ¿Cuáles son las cosas por las que está dispuesto a pelear? ¿Qué valores le dan a su ministerio la cultura única o distinta que tiene o está desarrollando? Comparta estos valores con la persona y busque la validación de que la persona en la que está pensando actualmente abrace estos valores.
Si está en un contexto donde está intentando cambiar la cultura, entonces reclute gente con aquellos mismos valores. Una de las formas más rápidas de infundir la cultura con aquellos valores es traer gente al equipo que ya tenga aquellos valores dentro de su ADN.
Convicción
Servir con personas que viven con un sentido de convicción en su rol es muy diferente a servir con personas que ven su rol simplemente como una profesión. Las personas que sienten que el Señor los ha llamado a sus roles respectivos ofrecen mucho más que los requisitos mínimos del trabajo. Ellos ponen sus almas en el ministerio.
Me temo que en nuestras iglesias y en nuestros ministerios hemos perdido el sentido de la convicción sagrada. Me temo que con la profesionalización del ministerio tenemos un número más alto de buscadores de empleo, o personas que llenan ocupaciones, los cuales carecen del sentido de convicción global que supera lo que otros llamarían sacrificio. Muchos pensaban que el misionero David Livingstone hizo grandes sacrificios como misionero, pero él dijo, “Les digo enfáticamente que no se trató de ningún sacrificio. Digamos más bien que ha sido un privilegio. La ansiedad, las enfermedades, los sufrimientos o los peligros de vez en cuando, con la inexistencia de las comodidades más comunes y los afectos de esta vida, tal vez nos hagan detenernos y causen que nuestro espíritu titubee y nuestra alma se hunda; sin embargo, esto solo es por un momento. Todas estas cosas no son nada, cuando se las compara con la gloria que será revelada en nosotros y para nosotros. Yo nunca hice sacrificio alguno.” Un equipo compuesto con personas con ese sentido de convicción es imparable.
John Wesley dijo, “Denme diez hombres que no odien nada sino el pecado y que no amen nada sino a Dios y cambiaremos el mundo.” Wesley sabía que el mundo sería estremecido si tal grupo se uniese con una convicción santa.
Entonces, cuando esté pensando en traer gente al equipo, hable con ellos detenidamente con respecto a su rol. Hable con pasión sobre la carga sagrada, la grandeza de la visión, e incluso de la dificultad de la situación que requerirá de un líder que sienta que el Señor lo/la ha llamado para este rol.
O simplemente puede recibir a alguien que llene un espacio.
Por Eric Geiger
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