Más que cualquier otra persona, el predicador expositivo que considera la inspiración, tiene que respetar el lenguaje… Hay palabras brillantes, tan luminosas como un amanecer tro- pical; las hay monótonas, sin atractivos, como una mujer anémica. Hay palabras fuertes que golpean como un boxeador profesional, y las hay insípidas como té medicinal. Hay palabras reconfortantes, como las almohadas; y las hay amenazadoramente frías como el acero. Algunas llevan al oyente, al menos por unos instantes, cerca del trono de Dios, y otras lo empujan hacia la cuneta. Vivimos por las palabras, amamos con palabras, oramos con palabras, y morimos por palabras. Joseph Conrad no exageró cuando dijo: «Denme la palabra correcta y el tono adecuado, iy moveré el mundo!» – pagina 178-179Tenga cuidado con la jerga. El vocabulario especializado ayu- da a los profesionales dentro de una disciplina a comunicarse entre sí, pero se convierte en pura jerga cuando se usa sin necesidad. Aunque lleva tres o cuatro años hacer el seminario, puede llevar diez deshacerse de él. Si un predicador salpica sus sermones con palabras como escatología, neumatología, exégesis, existencial, joanino, etc., levanta barreras para la comunicación. La jerga combina 10 ostentoso de las «grandes» palabras con la inercia de los clichés y, casi siempre, se la usa para impresionar más que para informar a la congregación. Use una palabra corta a menos que sea absolutamente necesario emplear una larga. – pagina 185
Cuando alguien es mejor que tú
Durante el proceso de colegio me encantaba hacer deportes y las matemáticas, lo mejor de esto es que habían talleres y olimpiadas de estas dos cosas. Pero había que empezar a practicar todos los días después del colegio con cada una para poder calificar a una...
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