Es lamentable, pero posiblemente uno será más criticado en el ministerio que en otras situaciones. Por lo cual hay varios principios que debemos recordar cuando seamos criticados:
1. La crítica de otros no siempre es para mal
Es difícil creer que la crítica podría ser para bien. Me pregunto ¿cómo podría ser bueno algo que me causa tanto dolor? Personalmente, la crítica me ha causado mucho daño, ya que me he preocupado cuando alguien estaba en desacuerdo conmigo o cuando han hablado mal de mí. Aún así, la crítica puede ayudar de muchas maneras:
• La crítica puede mostrarme que estoy dañando a otras personas. Por supuesto que no quiero lastimar a nadie, pero mis acciones, actitudes o hábitos pueden lastimar a otros sin darme cuenta. Si en vez de enojarme por esa crítica, la escucho, tal vez podría mejorar mi persona, mi trabajo, mis acciones y mi vida.
• La crítica me puede ayudar para auto-evaluarme o para abrir mis ojos hacia otras ideas. Si creo que estoy actuando bien o que no me equivoco en la manera de hacer las cosas, ¿para qué cambiar? Mas de una vez, la crítica de otros me ayudó a abrir los ojos y encontrar nuevas ideas para el ministerio.
2. Respondiendo bien y con sabiduría a la crítica
Lamentablemente no podemos controlar lo que otros opinen de nosotros, pero si podemos controlar nuestra reacción hacia la crítica. Responder bien a la crítica de otros muestra madurez espiritual y el interés en querer ser como el Señor Jesucristo.
Para ser franco, cuando alguien me ha criticado he querido decir palabras feas o expresar mi enojo, pero al no haberlo hecho, sino haber tratado bien a esa persona, di gracias a Dios cuando esa persona regresó a la iglesia. El responder bien y de una manera sabia a la crítica siempre trae recompensas, más el responder mal cierra las puertas y las oportunidades futuras.
Cuando otros me critican, si no tengo cuidado empiezo a criticarles, odiarles o pensar mal hasta el punto de guardarles rencor por sus críticas. El problema es que mi actitud me afecta más a mí que a quienes me han criticado. El enojo, resentimiento o amargura que se forma dentro de mí, me aleja de Dios y no me da libertad para orar, predicar, saludar a la persona que me ha criticado o aún pensar y vivir tranquilo. En pocas palabras, la manera en que respondo a la crítica es de suma importancia.
Por no responder bien a la crítica, muchos obreros de Dios cayeron en las manos del diablo frustrándose y amargándose, no pudiendo avanzar en sus vidas y ministerios.
3. Mi responsabilidad es hablar con la persona que me critica
Varias veces, al escuchar que una persona me criticaba, me entristecí e imaginé lo peor, pero con solo acercarme y hablar con esa persona pude entender que no era tan grave, sino que solo era un “teléfono descompuesto”.
Es interesante que Cristo dijo que si nuestro hermano tiene algo contra nosotros, tenemos la responsabilidad de arreglarlo (Mateo 5:23-24). Creemos que solo tenemos que hablar con una persona si somos los culpables, pero sorprendentemente tenemos la responsabilidad de hablar seamos o no culpables. Si hablamos con la persona que nos criticó, tal vez nos demos cuenta que ni siquiera dijo lo que oímos o que era un mal entendido. Es mejor y es Bíblico hablar con la persona en vez de recibir su crítica y enojarnos. Nos hará bien a nosotros y a la persona si le hablamos. Aun cuando la persona siga criticando, podré estar tranquilo sabiendo que traté de arreglar la situación.
Tal vez la persona tenga razones para criticarme, por lo que en esa situación, lo mejor que puedo hacer es reconocer mi falta y pedir perdón. Cosecho mejores resultados cuando hablo con la persona, que cuando me pongo mal y empiezo a criticarle por lo que me hizo.
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