CONVICCIÓN
¿Qué es la convicción?
Como hallamos en Juan 16:8–11, el Señor prometió que después del Pentecostés el Espíritu Santo convencería al mundo de pecado, de justicia, y de juicio. ¿Qué es la convicción? No es lo mismo que la conversión. Es convencer o refutar a un oponente de modo que se le haga ver el asunto claramente, ya acepte o rechace la evidencia.
Note el uso de la palabra en Mateo 18:15. El hombre reprendido o convencido puede aceptar la evidencia y arrepentirse o no hacerlo, lo cual entonces resultará en más confrontación. La convicción, pues, ofrece prueba, pero no garantiza que la verdad se acepte, lo cual es necesario para la conversión.
¿Quiénes son convencidos?
El mundo. ¿Se refiere esto solamente a los elegidos? No, puesto que el ministerio de convencimiento espera que algunos no acepten la verdad. ¿Se refiere a todos en el mundo? Probablemente no, puesto que incluye las especificaciones del pecado, la justicia, y el juicio, no solamente la convicción general que viene de la revelación natural. Tiene que significar una gran cantidad de personas, más que los elegidos, pero no todas (cf. Juan 12:19).
¿De qué son convencidos?
La convicción viene en las áreas específicas de pecado, justicia y juicio. La justicia es aquella que Cristo proveyó en la cruz, vindicada por Su ascensión al Padre. El juicio, bien puede ser el juicio futuro del pecador, garantizado por el ya consumado juicio de Satanás, o referirse al juicio de Satanás en la cruz (v. 31).
El orden es lógico. El hombre tiene que ver su estado de pecado, tener prueba de la justicia que el Salvador provee, y que se le recuerde que si rehúsa recibir a ese Salvador, encara condenación segura.
¿Cómo se efectúa la convicción?
Es muy probable que haya varias maneras en el asunto:
- El Espíritu puede hablar directamente a la conciencia del hombre, la cual, aunque capaz de cauterizarse, todavía se puede convencer.
- Él puede hablar a través de la Palabra escrita.
- También puede que Él use el testimonio hablado o la palabra predicada.
Pero ya sea que haya personas involucradas en efectuar este ministerio de convicción, si la convicción ha de llegar a un individuo, el Espíritu tiene que realizarlo. Estamos prestos a reconocer que la regeneración es la obra del Espíritu, pero algunas veces llegamos a pensar que nuestras presentaciones ingeniosas o convincentes pueden crear convicción. No es así. Aun esto lo tiene que hacer Dios.
LLAMAMIENTO
El llamamiento general
Solamente una o dos referencias en el NT usan la palabra “llamar” para comunicar la idea de una llamada general igualmente a los elegidos y no elegidos. Mateo 22:14 respalda claramente el concepto, mientras que 9:13 puede que también lo haga. Sin embargo, la idea se expresa claramente en pasajes como Lucas 14:16–24 y Juan 7:37. Esta es la invitación general de Dios a los hombres a que vengan a Él.
El llamamiento efectivo
Este es el llamado al cual solamente responden los elegidos, por fe, y que resulta en la salvación de ellos (Ro 8:30; 1Co 1:2). Esta es la obra de Dios, aunque Él usa la proclamación de Su Palabra (Ro 10:17). El llamamiento es a la comunión (1Co 1:9), la luz (1P 2:9), la libertad (Gá 5:13), la santidad (1Ts 4:7), y a Su reino (2:12).
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