Algunos principios para interpretar las Escrituras son de carácter general. Otros tienen una aplicación especial a las profecías. Con el riesgo de cometer alguna repetición, vamos a hablar ligeramente de una docena de reglas básicas.
- El principio de la perspectiva profética. Muchas profecías de la Biblia se centran en dos eventos culminantes, la primera y la segunda venida de Cristo. Podemos asemejar estos dos puntos focales a dos cimas de montaña, una tras otra con un gran valle en el medio. Los profetas vieron claramente las cimas pero no pudieron ver el valle que las dividía, ni tampoco cuán profundo o cuán largo era. Así, con frecuencia encontramos las dos venidas de Cristo condensadas en la profecía del Antiguo Testamento. Hoy día estamos viviendo en ese valle oculto de modo que tenemos una perspectiva sobre ambas venidas de Cristo. Casi no podemos repetir con demasiada frecuencia que los santos del Antiguo Testamento no sabían nada de la era de la Iglesia, como nos recuerda Pablo en Efesios 3:1-6 y en otras partes. Leemos que los profetas mismos sentían curiosidad acerca de diversos aspectos de sus profecías (1 P. 1:10-12).
Salmo 22 es un ejemplo de la condensación de ambas venidas de Cristo. David detalla dos cosas sobre el Calvario en ese gran salmo mesiánico. Primero habla de su terrible realidad (1-21) y describe la muerte por crucifixión con tal claridad que es casi como si hubiera estado de pie junto a la cruz. Luego habla de tremendos resultados (22-31), primero hablando del Mesías como Sacerdote (22-26), luego como Príncipe (27-31). Posteriormente da un salto sobre los años y ve a las naciones gentiles adorando al Señor en el establecimiento del reino venidero. La transición de una escena a la otra es repentina, como si no existiera brecha alguna entre los sufrimientos de Cristo y la gloria que iba a seguir. En cuanto a lo que podía ver David, no existía tal brecha.
La comprensión de este principio de interpretación es de gran ayuda al interpretar las profecías de Daniel, en especial la larga e intrincada profecía de Daniel 11. El profeta ve la marcha futura de los eventos desde el apogeo del imperio persa hasta la muerte del opresor sirio Antíoco Epífanes (Dn. 11:1-35). Luego la profecía da un paso de gigante hacia delante y describe la llegada del Anticristo (vv. 36-45). Si no se observa esta pausa dispensacional en las profecías se generará confusión.
- El principio de la referencia panorámica. La profecía bíblica se relaciona con las tres clases de humanidad a la que ya hemos hecho referencia: “judíos… gentiles… la Iglesia de Dios” (1 Co. 10:32). Durante los primeros dos mil años de historia humana (según la cronología bíblica), Dios trató con las naciones, los gentiles; desde Abraham hasta Pentecostés, Dios trató con la humanidad a través de los judíos, el pueblo hebreo; a partir de Pentecostés, se ha añadido una tercera clase, la Iglesia. Todas las profecías bíblicas se refieren a una u otra de estas clases. Muchas profecías tienen que ver con las naciones gentiles y su lugar en los planes globales de Dios para la humanidad. Cientos de profecías tienen que ver con el pueblo hebreo, sus exilios, su desgracia y su triunfo. Algunas profecías se relacionan únicamente con la Iglesia. Debemos tener presentes estas tres grandes distinciones panorámicas.
- El principio de la expresión poética. Algunas profecías se expresan en lenguaje poético, figurativo y simbólico. A veces la profecía se presenta de manera tal que su significado está oculto o velado deliberadamente. Las parábolas de misterio de Mateo 13 son un ejemplo de esto. Fueron presentadas en una forma que ocultaba la verdad a los no creyentes mientras que, al mismo tiempo, la revelaba a los creyentes (Mt. 13:10-17).
La primera profecía bíblica es de naturaleza poética y críptica: “Y pondré enemistad entre ti [la serpiente] y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Gn. 3:15). Esta es una profecía sobre la venida de Cristo. Habla de ambas venidas: la primera venida de Cristo, cuando la serpiente le “herirá la cabeza” (una referencia velada a la cruz) y su segunda venida, cuando la simiente de la mujer (Cristo) finalmente aplastará la cabeza de la serpiente.
La interpretación de la profecía bíblica requiere un buen conocimiento de las leyes que rigen los símbolos, las figuras retóricas, los tipos, las parábolas y las alegorías.
Gran parte de la profecía bíblica está escrita en forma poética, de modo que se debe tener cuidado para poder llegar a la verdad literal que hay tras la forma. Esto es aplicable especialmente a la profecía apocalíptica que hace un extensivo uso de símbolos. Para interpretar adecuadamente los símbolos, debemos ver cómo los maneja el Espíritu Santo. No siempre es sencillo decidir si un pasaje dado debe tomarse literal o simbólicamente, ya que muchas cosas usadas como símbolos en las
Escrituras también son realidades literales. Cuando leemos sobre una gran montaña ardiendo con fuego y arrojada en medio del mar (Ap. 8:8-9), la referencia podría ser literal. Evidentemente un Dios de poder omnipotente podría desenterrar el Monte Vesubio y arrojarlo al Mediterráneo. Sin embargo, la referencia podría ser una descripción simbólica de una guerra futura. El contexto, el sentido general del pasaje y la adecuación o la falta de adecuación de la interpretación literal son todos elementos que deben tenerse en cuenta.
- El principio de la iluminación progresiva. La verdad profética (como otra verdad de la Biblia) con frecuencia no fue revelada de inmediato, sino en etapas, un poco aquí, un poco allí, ahora un fragmento de Isaías, ahora un poco de discernimiento de Jeremías. El ejemplo clásico de este principio se ve en la profecía de la simiente por venir. La verdad de la primera y segunda venida de Cristo se revela poco a poco y está dispersa en toda la Biblia. Del mismo modo, la verdad respecto de la venida del Anticristo no se presenta toda de golpe ni en un lugar único en las Escrituras. Se ofrece gradualmente y en diversos momentos y maneras.
El hecho de que la inspiración divina de verdad profética haya sido progresiva debe advertirnos de que la iluminación divina de tal verdad podría ser igualmente progresiva. A Daniel se le dijo, por ejemplo: “cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin” (Dn. 12:4). Algunas de las enunciaciones proféticas de su libro no se comprenderían plenamente hasta cerca del tiempo de su cumplimiento. Hoy día estamos viviendo al borde de las profecías del arrebatamiento y del cumplimiento del fin de los tiempos. En consecuencia, tenemos mucha más luz sobre las Escrituras proféticas que la que tenían devotos estudiosos de la Biblia hace setenta u ochenta años. Las profecías sobre Israel se están haciendo muy definidas, mientras que doscientos o trescientos años atrás el significado de estas profecías solo podía discernirse levemente. Aún así, es sorprendente ver cuán precisos fueron algunos expositores de la Biblia en su época cuando escribieron sobre el renacimiento de Israel.
Nuestro propio entendimiento personal de la verdad profética es también con frecuencia progresivo. A veces nos hemos visto obligados a cambiar nuestra posición sobre opiniones que antes sosteníamos. Al obtener más luz, mejora nuestra comprensión de la imagen profética total.
0 Comments