Un estudio cuidadoso de ministros que habían fracasado en el pastorado reveló varias fallas, entre ellas las siguientes.
1. No delegaban las tareas a otros en forma apropiada.
2. No podían fomentar la unanimidad de propósito y la lealtad entre los miembros.
3. No sabían decir las cosas con claridad y conducirse consecuentemente con lo que decían.
4. Requerían el constante apoyo emocional y la aprobación de otros.
5. Se sentían amenazados cuando otros no pensaban ni se conducían en la misma forma que ellos.
6. No podían amar y apoyar emocionalmente a los que tenían otra opinión.
7. Culpaban a otros por sus problemas, en vez de aceptar la responsabilidad.
En fin, el líder cristiano necesita madurez emocional y espiritual para mantener relaciones sanas con otros líderes y con los miembros de su iglesia. Sólo así habrá una iglesia saludable.
Orth, S. (1996). Estudios Bı́blicos ELA: Una iglesia ejemplar (1ra Timoteo) (pp. 96–97). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.
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