Muchos, cuando vienen a la Biblia, saltan de la observación a la aplicación, omitiendo el paso esencial de la interpretación. Este método es incorrecto porque lógicamente, la interpretación sigue después de la observación. Al observar lo que la Biblia dice, sondeas, y en la interpretación, meditas. La observación es el descubrimiento y la interpretación es la digestión. La observación significa que uno describe lo que está allí mientras la interpretación decide lo que significa. Una es para explorar y la otra es para explicar.
La observación es como un cirujano que hace cortes en áreas problemáticas. Ve un crecimiento irregular, o tal vez sangre suelta, o tejido decolorado, u obstrucción. Después la pregunta es: ¿Qué significa? ¿Cómo se puede explicar? ¿Qué tipo de crecimiento es? ¿Qué causó la sangre suelta? ¿Por qué el tejido decolorado? ¿Por qué hay obstrucción aquí?
Después de observar lo que vemos en el texto bíblico, entonces debemos manejar el texto correctamente (2 Tim 2:15). El participio “manejando con precisión” (traducido incorrectamente en la versión Reina Valera “traza bien”) traduce la palabra Griega orthotomeō. Esta palabra combina otras dos que significan “derecho” (ortho) y “cortar” (tomeō). Un escritor explica el significado de esta manera:
Debido a que Pablo era fabricante de tiendas, tal vez estaba usando una expresión que se relacionaba con su trabajo. Cuando Pablo hacía las tiendas utilizaba ciertos patrones. En esos días las tiendas eran hechas con pieles de animales en un diseño de retazos. Cada pieza tenía que ser cortada y unida apropiadamente. Pablo sencillamente estaba diciendo: Si no cortas las piezas correctamente, no coincidirán cuando intentes unirlas. Es lo mismo con las Escrituras. Si uno no interpreta correctamente las partes diferentes, no se entenderá correctamente todo el mensaje. En el estudio de la Biblia y en la interpretación el cristiano debe cortar de una manera derecha. Debe ser preciso… y exacto.[1]
Roy Zuck. (s. f.). La interpretación básica de la Biblia.
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