Tenga cuidado de cualquier labor que haga que evada su concentración en Él. Muchos obreros cristianos adoran su trabajo. El único interés de un obrero debería ser la concentración en Dios y esto significará que todos los otros márgenes de la vida, mentales, morales y espirituales, son libres con la libertad de un hijo-un hijo de adoración, no un hijo desobediente. Un obrero sin esta nota de concentración en Dios solemne y dominante es capaz de involucrarse profundamente en su trabajo, donde no hay márgenes en el cuerpo, mente o espíritu libre, consecuentemente llega a estar agotado y aplastado. No hay libertad, no hay placer en la vida; los nervios, la mente y el corazón son tan abrumadoramente agobiados que la bendición de Dios no puede guardar reposo. Pero el otro lado también es cierto—que una vez que la concentración se encuentra en Dios, todos los márgenes de la vida son libres y están bajo el dominio de Dios. No tiene una responsabilidad por el trabajo; la única responsabilidad que tiene es mantenerse viviendo en contacto constante con Dios y ver que no permite que nada le estorbe en su cooperación con Él. La libertad después de la santificación es la libertad de un hijo, las cosas que solían mantener la vida inmovilizada desaparecen. Pero procure recordar que es libre sólo para una cosa—para estar absolutamente dedicado a su Colaborador. No tenemos derecho de juzgar dónde deberíamos ser puestos o tener nociones preconcebidas sobre dónde cree Dios que somos apropiados. Dios diseña todo, donde sea que nos ponga nuestra gran meta es derramar una devoción entusiasta a Él en ese trabajo en particular. “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas.”
Oswald Chambers, My Utmost for His Highest: Selections for the Year (Grand Rapids, MI: Oswald Chambers Publications; Marshall Pickering, 1986).
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