EL LUGAR DONDE COMIENZA LA BATALLA
Recuerdo que de niño tenía pesadillas en donde me veía en una batalla justo en frente del enemigo y listo para pelear. Mi abuelo y mi tío estuvieron en diferentes guerras y recuerdo que escuchaba historias que hacían que tuviese miedo. Ahora, muchos años después, me he dado cuenta que la mayoría de mis temores no son reales, sino más bien son pensamientos que recorren los pasillos de mi mente.
La verdadera batalla no es con armas. La verdadera batalla se encuentra en la mente de una persona. Muchas personas se han quedado paralizadas por algo que las ha desanimado. Sin embargo, lo que es más oscuro que lo que las desanimó es la realidad de que el desánimo ha comenzado a conquistarlas. Si pudiesen controlar sus pensamientos y fijar sus mentes en las verdades de la Palabra de Dios, podrían quedar libres de las cadenas del desánimo.
Antes de hablar sobre cómo ganar la batalla, démosle a una mirada a la batalla.
El mundo tiene para todos algunas horribles pelotas lanzadas con efecto y los cristianos definitivamente no reciben un pase libre. En Salmos 112:7, cuando el salmista habla de un hombre justo, dice que “no tendrá temor de malas noticias.” ¿Por qué pensaríamos que una persona buena y temerosa de Dios debería recibir malas noticias? ¿No debería estar exento del sufrimiento? Sólo porque una persona hace lo correcto no significa que puede escapar de los eventos negativos de la vida. Algunas veces creemos la idea que puesto que somos hijos de Dios merecemos estar saludables, tener dinero y ser sabios, pero no hay tal promesa para nosotros. De hecho, Jesús nos muestra una enseñanza opuesta. Jesús dijo que en este mundo tendríamos aflicción (Juan 16:33). Se nos dice que “todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Timoteo 3:12). No menciono estos pasajes para desanimarlo sino para decirle que, como dice la Biblia, la lluvia cae sobre justos e injustos. No hay alguna arma galáctica que pueda comprar, no hay una varita mágica que pueda usar, como tampoco hay una oración especial que pueda hacer para evitarlo todo. Se va a enfermar. Su familia y sus seres queridos morirán. Sus amigos le causarán daño. La gente lo criticará. Será traicionado o menospreciado. Se sentirá desanimado, llegará a estar solo, tendrá problemas económicos, se cansará y sentirá que no es del agrado de la gente. Nunca podremos entrenar nuestras mentes correctamente si permanecemos en ese cuento de hadas.
Entonces debemos entender que los problemas son reales, que las cosas malas suceden. Pero al mismo tiempo no debemos dejar que el diablo controle nuestras mentes. Puede agrandar o empequeñecer un problema en su mente. Es en su mente que puede evitar caminar por el pasadizo oscuro del pensamiento y las suposiciones negativas que lo desaniman tanto que le hacen dar ganas de querer renunciar a la vida.
Puede ganar la batalla no sólo entendiendo que la batalla es en la mente, sino también conociendo a su oponente y sus estrategias. La Biblia en Apocalipsis 12:10 llama al diablo el “acusador.” A él le encantaría que abandone la carrera, que llegue a estar amargado o enojado, y que no tenga fruto para la causa de Cristo. Y lo hace atacando su corazón, mente y conciencia. Se aprovecha del regalo que Dios nos dio y nos tienta a usar la mente para las razones equivocadas.
Sin embargo, puesto que la batalla es en nuestra mente, podemos decidir si vamos a ganar o perder ante las tácticas de nuestro oponente. Entonces, cuando el diablo bombardea su mente haciéndole sentir que es inútil e incapaz, recuérdele quién es en Cristo y lo que puede hacer con Dios de su lado.
En el siguiente capítulo hablaremos sobre cómo callar las voces negativas y veremos unas tácticas que podemos usar para ganar la batalla y permanecer animados.
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