Hay que tener siempre cuidado con el maestro de Biblia que ignora el contexto de un versículo de las Escrituras. “Un texto sin un contexto es un pretexto”. Casi toda la falsa enseñanza se basa en no tener en cuenta el contexto, en el uso de los así llamados “textos de prueba” aislados para respaldar un punto de vista no bíblico. Si se saca un texto de su contexto podemos hacer que la Biblia diga que no hay Dios (vea Sal. 14:1). Una vez oí a un hombre sostener la teoría falsa de la reencarnación utilizando el texto: “Os es necesario nacer de nuevo”. Puesto que ignoran qué dice la Biblia sobre el tema, muchos piensan que el texto: “No matarás”, legisla acerca de la pena capital.
Satanás tomó un texto fuera de contexto al tentar al Señor Jesús. Habiendo sido frustrado dos veces por el uso del Señor de la Palabra de Dios, Satanás la utilizó él mismo pero de manera engañosa: “Si eres Hijo de Dios”, dijo: “échate abajo, porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra” (Mt. 4:6). Él estaba citando el Salmo 91:11-13. Lo que el salmista dijo en realidad fue esto: “Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro de león y al dragón”. ¡El diablo de manera conveniente ignoró el contexto de la cita, pues hablaba de su propia destrucción!
Hay tres ciclos de contexto que exigen atención.
- Primero, está el contexto inmediato. Los versículos y capítulos que rodean inmediatamente a un versículo deben analizarse para determinar su importancia. Ese contexto de forma invariable arroja luz sobre el texto.
Debemos recordar que las pausas y los paréntesis de un capítulo en un tema que se está tratando pueden disfrazar el verdadero contexto. Juan 7:53 sostiene: “Cada uno se fue a su casa”. Allí termina el capítulo y, con demasiada frecuencia, allí dejamos de leer. El primer versículo del siguiente capítulo dice: “y Jesús se fue al monte de los Olivos”. Salvo por esa lamentable pausa entre capítulos, leeríamos: “Cada uno se fue a su casa. Y Jesús se fue al monte de los Olivos”. Cuánto más significativo es esto.
Lo mismo sucede en Mateo 16:28, donde el Señor dice: “De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino”. Allí termina el capítulo. Sin embargo, si seguimos leyendo hasta el primer versículo del capítulo siguiente encontramos una explicación de lo que ha sido, para algunos, un texto muy difícil. El capítulo 17 cuenta la historia de la transfiguración. Allí, Pedro, Santiago y Juan vieron al Señor en su gloria. Moisés y Elías estaban presentes, representando a la Ley y los profetas, los discípulos estaban presentes representando a los santos de la era de la Iglesia y todo el episodio prenunciaba la era del reino venidero cuando todos verán al Señor en su gloria.
En Génesis 17 leemos sobre una nueva revelación de Dios entregada a Abraham. El contexto es significativo y, nuevamente, está borroso por el corte de un capítulo. El último versículo del capítulo anterior dice: “Era Abraham de edad de ochenta y seis años, cuando Agar dio a luz a Ismael”. Podemos olvidarlo cuando comenzamos a leer de nuevo en el capítulo 17. El capítulo comienza diciendo: “Era Abraham de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto”. Ese es el primer uso de ese nombre encantador, El Shaddai, el Omnipotente que satisface. El contexto demuestra que Dios no le había hablado de manera directa a Abraham durante trece años, el fruto de su impaciencia en el tema de Ismael. Había llegado ahora el momento, sin embargo, de que naciera Isaac. Puesto que la fe de Abraham requería de una revitalización, Dios quebró el silencio con una nueva revelación.
Analice el contexto de las tres parábolas de Lucas 15 y descubra de qué manera el contexto inmediato arroja luz sobre el pasaje. El capítulo comienza con las palabras: “Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come”. Evidentemente las historias de las ovejas perdidas, la plata perdida y el hijo pródigo se dirigían de manera especial a los publicanos y pecadores. Pero ese apéndice mordaz de la historia del pródigo, ese bosquejo del hermano mayor, desde luego, se dirigía en especial a los fariseos y escribas. Los discípulos del Señor Jesús también estaban presentes. Así, tenemos tres grupos de personas. Para los discípulos estas eran parábolas de fe; para los publicanos y pecadores, eran palabras de esperanza; para los escribas y fariseos eran parábolas de amor.
En algunos de los escritos de Pablo, en la epístola a los hebreos y en el libro de Apocalipsis, encontramos pasajes insertados que interrumpen el flujo de la narrativa o argumento. Debemos detectar y marcar esos paréntesis y tenerlos en cuenta al observar el contexto verdadero. Los paréntesis son importantes y se insertan donde están por razones adecuadas, pero no interrumpen el tratamiento.
Tomemos, por ejemplo, todo el pasaje de Hebreos desde 5:12—6:20. Este es un paréntesis, uno de los grandes pasajes de advertencia del libro. El autor acaba de introducir el tema de Melquisedec (5:5-10). Sus lectores de hebreo van a encontrar que lo que tiene que decir sobre este rey-sacerdote es de hecho un material muy explosivo. Él está obligado a hacer una digresión a causa de su torpeza pero regresa a su tema en el versículo que abre el capítulo 7. Advierta cómo toda la digresión está entre paréntesis con el nombre de Melquisedec. Cada uno de los cinco pasajes de advertencia de Hebreos es una interrupción al argumento principal del libro. Advertir esto ayudará mucho en la lectura, la comprensión y la interpretación del libro.[1]
Por consiguiente, el contexto inmediato siempre debe ser examinado de forma cuidadosa al interpretar un pasaje de las Escrituras.
- De igual importancia es el contexto del libro en sí en el que se halla cualquier pasaje dado. Un gran ejemplo de esto es el libro de Eclesiastés, un terreno de caza favorito para los pertenecientes a sectas en su búsqueda de textos de prueba. Todo texto de Eclesiastés debe ser interpretado a la luz del alcance y propósito del libro mismo. Eclesiastés nos da el punto de vista de un hombre “debajo del sol” y subraya, mediante la frase repetida “aflicción del espíritu”, las frustraciones y las extravagancias de la persona cuya vida está dominada por este mundo.
El libro fue escrito por Salomón, probablemente hacia finales de su vida malgastada. Estaba desilusionado con los frutos de su carnalidad y descarrío. Cuando consideró los verdaderos asuntos de la vida a la luz de su propia debilidad y mundanalidad, el resultado fue el libro de Eclesiastés. Registra la perspectiva de un hombre con mentalidad mundana. Por ende, es un libro inspirado por el Espíritu Santo para revelar la futilidad y la miopía de la filosofía mundana y la ambición. Registra la desesperación y el cinismo que resultan cuando la vida está atada por las cosas del tiempo y del sentido. Eso que está “debajo del sol” no puede satisfacer nuestras necesidades más profundas. Debemos fijar nuestra vista en el mundo próximo, no en este, si es que queremos estar verdaderamente satisfechos.
Puesto que este es el alcance y el propósito de Eclesiastés, cualquier texto tomado de este libro debe estar condicionado por el punto de vista de su autor y, por lo tanto, debe ser manejado con cuidado. De ningún modo se debe permitir que un texto de Eclesiastés contradiga enunciaciones claras de verdad que se hallan en otras partes de la Biblia. Así, cuando Eclesiastés 9:5 dice: “los muertos nada saben” (un texto de prueba favorito de la secta de los Testigos de Jehová), debemos recordar que esto no es una enunciación verdadera de un hecho. Es cierto que el hombre mundano dice que “los muertos nada saben”, pero lo que dice el hombre mundano no es cierto. Lucas 16:19-31 aclara que los muertos saben mucho.
- También debemos tener en cuenta el contexto de toda la Biblia. Puesto que la verdad ha sido revelada de manera progresiva, ni un pasaje de las Escrituras puede considerarse en forma aislada de otros pasajes relacionados con él. Por eso una concordancia resulta una herramienta de estudio bíblico tan valiosa. La deberíamos utilizar para ver qué luz arrojaron las referencias cruzadas sobre un tema. Esto es especialmente cierto al estudiar una doctrina, un tema o un aspecto de una profecía.
Por ejemplo, se mencionan cuatro tipos de bautismo en la Biblia: el bautismo característico, el bautismo preparatorio, el bautismo de agua y el bautismo del Espíritu. Debe analizarse toda referencia en la Biblia al bautismo para ver de qué tipo de bautismo se trata. No diferenciar entre los textos que se refieren al bautismo de agua y los que se refieren al bautismo del Espíritu puede conducir a cualquier clase de confusión.
La levadura se menciona en Mateo 13:33 en un contexto importante. Algunos piensan que la levadura simboliza que el evangelio penetra de manera lenta en la sociedad. Que esto no es así puede verse al reunir otras referencias a la levadura en las Escrituras. Mire, por ejemplo Génesis 19:3, Éxodo 12:8 y 12:19, 1 Corintios 5:6-8, Mateo 16:6, 11-12, Marcos 8:15 (compare con Mt. 22:23, 29). Es evidente que la levadura, en la Biblia, representa de manera uniforme algo malo; especialmente representa a la mala doctrina. No hay motivo para hacer una excepción en Mateo 13:33.
Con cuánta frecuencia en los asuntos cotidianos vemos que las palabras o los actos de una persona se toman fuera de contexto y los medios de comunicación brindan un giro injusto y sesgado. Es posible destruir el carácter y la carrera de una persona de ese modo. Una consideración cautelosa del contexto nos enseñará a pensar en el momento, el lugar y las circunstancias que dieron lugar a una comunicación dada. Eso es importante en las cosas mundanas de la vida y también en las Escrituras. Es muy grave que se interprete mal algo que Dios ha dicho por no tomar el contexto de sus palabras en consideración.
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