Aunque no podemos exigir que Dios nos libre del castigo que prescribe su ley para el pecado, y aunque Él no está obligado a proveer salvación para nadie, la Biblia una y otra vez deja claro que su propósito es que toda la humanidad sea salva (1Ti 2.4-6; Jn 3.16; Ap 22.17). Todos estos textos suenan como una oferta genuina que puede ser aceptada o rechazada.
Es igualmente claro que no todos son salvos. ¿Cómo puede ser esto posible si Dios en toda Su soberanía desea que todos sean salvos, tal como parece implicar la oferta de salvación? ¿Puede un Dios soberano “…que hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Ef 1.11), expresar simplemente Su voluntad en una oferta que el hombre puede aceptar o rechazar a voluntad?
¡Por qué no! Sin duda un mandamiento es superior a una oferta, y a pesar de todo, los diez mandamientos que Dios le dio a Moisés en el monte Sinaí y que ha escrito en cada conciencia humana, son quebrantados de continuo por la propia voluntad del hombre. La soberanía de Dios de ninguna manera se socava si algunos aceptan su oferta de salvación y otros la rechazan, como tampoco cuando miles de millones de seres humanos desobedecen de continuo los diez mandamientos.
La expresión “el que quiera” siempre significa cualquier persona. Es algo que se comprende universalmente en una forma que es difícil malinterpretar. Sin embargo, el calvinismo requiere que en ciertos lugares “el que quiera” de hecho signifique “los elegidos”. En esos pasajes en que se reemplaza “el que quiera” o “cualquiera” por “los elegidos”, no hay nada en el texto o contexto que incluso sugiera tal cambio. La única razón para imponer tal reinterpretación es para defender el calvinismo, el cual colapsaría si se aceptara el significado normal para “el que quiera” o “cualquiera”.
Las palabras que aparecen traducidas en nuestra Biblia como “cualquiera”, “quienquiera” o las expresiones “el que quiera”, “todo aquel”, se encuentran 183 veces en 163 versículos de la Escritura, comenzando con “cualquiera que matare a Caín” (Gn 4.15) y concluyendo con “el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Ap 22.17). El significado es justamente tan inequívoco en la Biblia como lo presenta el diccionario. Cualquiera, todos, el que quiera o todo aquel implican claramente todos sin excepción. Lo encontramos en advertencias (Éx 12.15); en promesas de recompensas (1Cr 11.6); etc. (Jer 19.3; Jl 2.32).
Ni una sola vez en las 183 menciones en la Biblia, hay una sola razón para imaginar que estas palabras y frases se refieren a otra cosa diferente. Pero en esos pasajes en donde se ofrece la salvación a “cualquiera, quienquiera, el que quiera” o “todo aquel” que crea y reciba a Cristo, el calvinismo insiste que la misma palabra hebrea o griega cambia su significado para convertirse en “los elegidos”.
El versículo más conocido de la Biblia, expresado por el Señor Jesucristo a Nicodemo, un buscador sincero de la verdad, es una promesa de vida eterna: “para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn 3.16). Las últimas palabras de Jesús registradas en la Biblia son: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana. Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Ap 22.16, 17).
Del libro What Love is this? por David Hunt
Cuando la teología de uno interfiere con la exégesis correcta, hay que cambiar su teología. ¡Nosotros nos acomodamos a la Biblia y no al revés!