El libro Cartas del Diablo a Su Sobrino escrito por C.S. Lewis es interesante por su estilo único. Está escrito como una serie de cartas entre un diablo mentor y su aprendiz. Las cartas se tratan de como frustrar y tentar al “paciente” quien es el alma que el diablo aprendiz está tratando de atrapar. A pesar de sus intentos, el paciente se convierta a Cristo. En una carta el mentor explica el siguiente paso debido que ya han perdido el alma del paciente. ¿Cuál es su plan? – Usar la iglesia como alianza. Tal vez esta estrategia suena rara, pero lee como el diablo mentor expone su estrategia a su aprendiz:
“Veo con verdadero disgusto que tu paciente se ha hecho cristiano…Mientras tanto, tenemos que hacer lo que podamos, en vista de la situación. No hay que desesperar…En la actualidad, la misma Iglesia es uno de nuestros grandes aliados. No me interpretes mal; no me refiero a la Iglesia de raíces eternas, que vemos extenderse en el tiempo y en el espacio, temible como un ejército con las banderas desplegadas y ondeando al viento. Confieso que es un espectáculo que llena de inquietud incluso a nuestros más audaces tentadores; pero, por fortuna, se trata de un espectáculo completamente invisible para esos humanos; todo lo que puede ver tu paciente es el edificio… al llegar a su banco, mira en torno suyo y ve precisamente a aquellos vecinos que, hasta entonces, había procurado evitar. Te trae cuenta poner énfasis en estos vecinos, haciendo, por ejemplo, que el pensamiento de tu paciente pase rápidamente de expresiones como “el cuerpo de Cristo” a las caras de los que tiene sentados en el banco de al lado. Importa muy poco, por supuesto, la clase de personas que realmente haya en el banco. Puede que haya alguien en quien reconozcas a un gran militante del bando del Enemigo; no importa, porque tu paciente es un insensato, y con tal de que alguno de esos vecinos desafine al cantar, o lleve botas que crujan, o tenga papada, o vista de modo extravagante, el paciente creerá con facilidad que, por tanto, su religión tiene que ser, en algún sentido, ridícula… En tal caso, te basta con evitar que se le pase por la cabeza la pregunta: “Si yo, siendo como soy, me puedo considerar un cristiano, ¿por qué los diferentes vicios de las personas que ocupan el banco vecino habrían de probar que su religión es pura hipocresía y puro formalismo?”
3 Juan 9,10 nos da un ejemplo de como el diablo puede emplear tal estrategia en una iglesia. Hubo un hombre en la congregación de la que Juan está dirigiendo su carta que se llamaba Diótrefes. Dice que Diótrefes le gustó tener “el primer lugar” y no quería recibir algunos hermanos. De hecho, él estaba destruyendo la iglesia “parloteando con palabras malignas.” Y termina este breve comentario sobre Diótrefes diciendo que expulsó unos de la iglesia. ¿Viste como la iglesia llegó a hacer exactamente lo opuesto de lo que Cristo la había mandado? En vez de ser una institución dedicada a atraer gente a Cristo, se convirtió en un lugar que alejaba a la gente de Cristo.
No debemos pensar que el diablo no sigue usando esta estrategia hoy día. Aquí hay maneras de como el Diablo puede contar la iglesia como aliado:
- Cuando la iglesia hace concesiones a la sana doctrina en vez de contender por la fe.
- Cuando la iglesia es carnal en su manera de andar en vez de espiritual.
- Cuando la iglesia es contenciosa sobre asuntos insignificantes en vez de ser unida bajo la misma causa.
- Cuando la iglesia es crítica en vez de ser edificante.
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