Lo que el pastor dice desde el púlpito, debe primero demostrarlo en su propia y privada vida. Si predica de la oración, debe orar primero. Si predica del amor, primero debe amar. Si predica de ganar almas, debe ser un ganador de almas. Sea lo que sea el tema, debe primero dejar que la gente vea que él sigue en su propia vida las virtudes las cuales él dice de otros. Además, sus palabras y sus invitaciones son como metal que resuena o címbalo que retiñe.La fuerza espiritual viene de adentro, de la escondida vida de Dios en el alma. Viene del Espíritu Santo (Mateo 10:20). La virtud de un alambre eléctrico no está en el alambre sino en su conexión con el generador. El poder del ministro no está en el pulido de su estilo o la efectividad de su ilustración o en su fervor o en el orden y arreglos de su discurso, sino que su poder está encontrado en la conexión viva con Dios y su capacidad de actuar como un eslabón de conexión entre Dios y el alma humana.Orar y meditar son las firmezas o fuerzas del pastor. La verdad espiritual es revelada solamente a la mente espiritual (I Cor. 2:14). El amor de Dios, la condición del perdido, la gracia salvadora de Cristo, no son asuntos de frío, árido intelectualismo. La atmósfera de la oración será más sentida en la congregación en la actitud y tono y voz y gesto del predicador. Payson en su lecho de muerte dijo, “Orar es la primera cosa, la segunda cosa y la tercera cosa necesaria para el ministro”. Whitefield pasó horas de cada día en sus rodillas con la Palabra de Dios abierta ante él. Jesús pasó algunas veces la noche entera en oración.
Cuando alguien es mejor que tú
Durante el proceso de colegio me encantaba hacer deportes y las matemáticas, lo mejor de esto es que habían talleres y olimpiadas de estas dos cosas. Pero había que empezar a practicar todos los días después del colegio con cada una para poder calificar a una...
0 Comments