10 Hábitos de las Familias Saludables – Parte #1

by | Sep 16, 2016 | Ministerio | 1 comment

10 Hábitos de las Familias Saludables – Parte #1

by | Sep 16, 2016 | Ministerio | 1 comment

¿Su familia es íntima? ¿Se toleran los unos a los otros? ¿Disfrutan los unos con los otros? ¿Les encanta pasar tiempo juntos? ¿Pueden reírse los unos con los otros? Toda familia tiene sus “momentos”—pero me sorprende el número de familias que de hecho no cultivan la salud familiar. Muchas pasan largos momentos de distanciamiento, ira, división o fractura. Quizás estamos muy ocupados. Quizás nos incluimos en las normas culturales, aceptando algo menos que lo mejor de Dios. Quizás simplemente no le asignamos la prioridad bíblica correcta o valor a nuestra familia. Espero que esta publicación le obligue a trabajar, e intencionalmente a cultivar la salud familiar. Uno de los regalos más grandes de Dios es su familia. Su familia es absolutamente su ministerio más grande, su llamado más supremo y su mayordomía más valiosa—¡junto con Jesucristo mismo! ¿Entonces qué hacen bien las familias saludables? Puesto que he estudiado y aprendido de familias saludables con el transcurrir de los años, aquí presento algunas cualidades que veo y deseo emular: Las familias saludables… Juegan juntos—Mientras reflexiono en mi niñez, luego en nuestra familia y muchas otras, esto es lo primero que me viene a la mente. No pasan muchos días antes que una familia saludable pida “tiempo fuera” a la vida y jueguen juntos adrede. Sea un día de campo, una caminata, un día en la ciudad, o una semana o más de vacaciones—nada puede reemplazar el valor de este tiempo lleno de risa y sin prisa aunado con recuerdos divertidos. ¡A menudo les agradezco a mis padres por su enfoque en la diversión en familia! Sea que podíamos o no “permitírnoslo,” mis padres siempre se aseguraban de que jugáramos—mucho—juntos. En ciertas formas mi papá y mi mamá nunca crecieron plenamente y eso mantuvo unida nuestra familia a través de muchos recuerdos excepcionales. Se perdonan—La reconciliación toma un papel importante en las familias saludables. Los “asuntos horribles” no quedan sin resolverse por días. Rechazan pasar días “sin hablar” o “guardando rencor.” Se obligan a sentarse, resolver el conflicto y tener largas y difíciles conversaciones necesarias para entenderse, perdonarse y reconciliarse. Esto requiere de valor y liderazgo. Requiere de humildad y capacidad para perdonar cuando se es ofendido o aceptar la responsabilidad cuando uno ha ofendido. ¡El perdón es importante en las familias saludables! Celebran juntos el crecimiento—¡Las familias saludables se animan! Celebran sus victorias. Cuando uno entra al equipo, cuando las notas de uno mejoran, cuando uno queda seleccionado para un ascenso—todos se regocijan. Cuando uno toma una decisión valiosa, todos celebran. Una forma de decir esto es decir que las familias saludables no están en competencia. Los niños aprenden a una edad relativamente joven que no están compitiendo los unos con los otros, y así pueden celebrar los éxitos de los otros. En estas familias ¡todos son aplaudidos! Se valoran las fortalezas y dones de todos. Se aprecia el tipo de personalidad y singularidad de todos. Y cada miembro familiar está dispuesto a celebrar el crecimiento de otros. Extienden la gracia—De manera similar al perdón, en las familias saludables, la cultura interna no espera perfección. La expectativa es que “todos estamos creciendo, todos estamos siendo edificados por Dios y todos estamos siendo edificados por Su gracia.” Estas familias van por el camino cristiano juntos y aprenden tempranamente que la unidad familiar es, en parte, el laboratorio del crecimiento y desarrollo de Dios. La semana pasada tuve el privilegio de pasar una semana con mi hermano menor, Mark, que sirve como misionero en un pueblito pobre en las montañas de Guatemala. Uno de los privilegios más grandes que tuve fue ver cómo Dios usó el espíritu de Mark en mi propio corazón. Su gracia y bondad para conmigo y toda su familia me brindaron una representación vívida del corazón de un líder piadoso y padre-pastor amoroso. Oran juntos—Las familias saludables vienen a Dios juntos. Se abren camino por la incomodidad de la oración en familia y aprecian los tiempos cuando oran juntos. Esto puede empezar en la mesa de comedor, pero debería expandirse. Debería ser consistente, espontánea e inclusiva para toda la familia. En nuestra familia crecimos en este aspecto cuando íbamos camino a la escuela cada mañana y luego antes de ir a dormir en la noche. De manera periódica, a la luz de una necesidad en particular diría a menudo, “Vamos chicos, todos vengan aquí, vamos a orar juntos.” Con el tiempo esto llegó a ser natural y normal. Pero lo más importante fue que unió nuestros corazones y fortaleció nuestra fe como familia. Dios usó aquellos tiempos para ayudarnos a navegar juntos por los momentos difíciles. Por Cary Schmidt
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1 Comment

  1. Francisco

    Lo que he podido leer en vuestra página realmente ha sido de bendición para mi vida

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