FIGURAS RETORICAS JOHN PHILLIPS #2

by | Oct 9, 2017 | Ministerio | 0 comments

La Biblia también emplea la hipérbole, que significa decir más de lo que se quiere decir de forma literal para elevar el sentido. Esta figura retórica es bastante común en las Escrituras: “todo el polvo de la tierra se volvió piojos en todo el país de Egipto” (Éx. 8:17); “las ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo” (Dt. 1:28); “Todos los cuales tiraban una piedra con la honda a un cabello, y no erraban” (Jue. 20:16). Estos son todos ejemplos de hipérbole.

Una de las figuras retóricas más comunes de la Biblia es la metonimia. En esta figura una cosa relacionada ocupa el lugar de la cosa misma. La metonimia se basa no en la semejanza, sino en alguna relación directa. Por ejemplo, cuando decimos que una persona escribe con buena mano, la palabra mano representa la escritura real de la persona.

Hay varios tipos de metonimia. Está la metonimia relacionada a la causa, usada cuando la causa se coloca para lograr efecto. “Y la espada no pasará por vuestro país” Aquí espada sustituye a guerra. “Purifícame con hisopo, y seré limpio” (Sal. 51:7). El hisopo era un pequeño arbusto usado para rociar de forma ceremonial. Aquí, el hisopo substituye a la sangre de expiación relacionada con él. La misma forma se usa en Génesis 40:19, Gálatas 3:13 y 1 Pedro 2:24, donde “árbol” se sustituye por horca.

Existe la metonimia relacionada con el efecto, usada cuando el efecto se emplea por la causa. “Dos naciones hay en tu seno” (Gn. 25:23). La palabra naciones es sustituida por los dos niños cuyos descendientes se convertirán en esas naciones. “Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo” (Mr. 9:17, 25). El espíritu mismo no era mudo pero producía mudez en la persona que lo poseía. “Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación” (Lc. 2:29-30). El viejo Simeón quiso decir que él había visto a Cristo, al que era el Salvador y que trajo salvación.

Está la metonimia relativa al sujeto, usada cuando, por ejemplo, se utiliza el nombre de un lugar por lo que hay en el lugar, o cuando se utiliza un recipiente por lo que hay dentro de él. “Hoy ha venido la salvación a esta casa” (Lc. 19:9). Se emplea la palabra casa por lo que ésta contenía: a Zaqueo y su familia. “De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa” (1 Co. 11:27). La copa representa lo que contiene. (Cuántas discusiones acerca de si se debe usar jugo de uva o vino en el servicio de la comunión podrían evitarse advirtiendo esta figura retórica.)

Puede parecer complicado pero realmente no lo es. Usamos estas figuras retóricas en la conversación diaria y nunca pensamos en su naturaleza técnica. Sin embargo, al estudiar e interpretar la Biblia, debemos conocer y reconocer estas figuras, porque no hacerlo a veces puede conducirnos a un error.

Otra figura retórica es la sinécdoque, usada cuando una parte de una cosa se sustituye por la cosa entera. “haréis descender mis canas con dolor al Seol” (Gn. 42:38). Aquí “canas”, representan a Jacob mismo en su ancianidad.

La elipsis, si bien técnicamente no es una figura retórica, puede tratarse convenientemente aquí. Sucede cuando se deja a propósito una brecha en una oración omitiendo una o más palabras. Las palabras omitidas son gramáticamente necesarias pero se las puede dejar fuera sin alterar el sentido. Esta técnica se usa cuando un autor no quiere que sus lectores dediquen tiempo a lo que se omitió, sino que mediten en las palabras enfatizadas por el empleo de la elipsis. En Mateo 14:19 leemos que Jesús “dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud”. La elipsis demuestra que lo importante no es que los discípulos entregaran los panes, ellos fueron solo los instrumentos. El que los dio fue el Señor.

El polisíndeton es otra figura retórica. Se usa para enlentecernos y atraer la atención en particular a cada ítem de una secuencia. Esta figura retórica se revela por la repetición constante de la palabra y. El primer capítulo de la Biblia contiene esa palabra por lo menos cien veces. Se puede detectar en pasajes tan famosos como Génesis 22 y Lucas 15. Si bien está en toda la Biblia, la mayoría de las traducciones modernas los eliminan y al hacerlo le roban al lector una instructiva figura retórica.

La figura retórica opuesta es el asíndeton, donde se encuentra una sucesión de cláusulas, cada una importante, pero que vienen una detrás de la otra para llevar de forma rápida al lector al clímax del final. Por ejemplo, leemos las palabras de Jesús: “Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos… mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos” (Lc. 14:12-14). La lista (“los pobres, los mancos, los cojos, los ciegos”) es apresurada para centrar la atención en la bienaventuranza prometida al final de la oración.

El Señor contó luego la historia del hombre que hizo una gran cena e invitó a muchos. Todos dieron sus excusas. El hombre, furioso por la forma en que fue tratada su invitación, envió a sus siervos a llenar su salón de banquetes con invitados que respondieran mejor. Advierta lo que dijo Jesús. Tenemos el mismo listado pero esta vez con el polisíndeton: “Ve pronto… y trae acá a los pobres, [y] los mancos, [y] los cojos y los ciegos” (Lc. 14:21). [N. del T. El polisíndeton aparece en la versión King James en inglés, pero no aparece en la Reina-Valera revisión de 1960].

Surge la pregunta. ¿Por qué el polisíndeton aquí, en esta lista pero no en la lista anterior, idéntica? Aquí el propósito es atraer la atención a cada tipo de persona separada. El asíndeton nos apura hasta llegar al clímax al final de la oración, siendo importante la lista pero menos que el clímax. El polisíndeton atrae la atención a los ítems de la lista. El Espíritu Santo, al usar esta figura retórica, nos está diciendo: “Vayan más despacio. Piensen en esto, ahora piensen en esto, ahora piensen en esto otro”.

Observe la lista que figura aquí de polisíndeton. Analice el contexto. Verá de inmediato por qué se usa esta figura retórica.

“Trae acá a los POBRES [los que no podían presentar una excusa como en los versículos 18-19: “He comprado… te ruego que me excuses], y a los MANCOS [los que no pudieron dar la excusa del versículo 19: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos; te ruego que me excuses”] y los CIEGOS [los incapaces de presentar la excusa del versículo 18: “He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses”].

La palabra y es muy corta. En nuestro discurso diario no la usamos para vincular muchos ítems o unidades de pensamiento hasta el punto en que lo hace la Biblia. Una regla general en la gramática española es que normalmente solo usamos una conjunción en una oración. Pero analice su Biblia. Observe cuán pródigamente el Espíritu Santo usa esta palabra y. Casi no lo advertimos en la lectura común debido a la belleza y majestad del idioma en el que aparece el texto que la rodea. Pero está allí, en todas partes. Con frecuencia un nuevo capítulo comienza con la palabra y (como, por ejemplo, Gn. 22). A veces incluso un nuevo libro de la Biblia empieza con esta palabra de conexión significativa (Levítico, por ejemplo). Las traducciones que eliminan esta figura retórica no le hacen buen servicio al público lector de la Biblia al robarles un énfasis diseñado por el Espíritu Santo.

Deberíamos mencionar aquí otra figura retórica, el eufemismo. Usamos esta forma cada vez que queremos intercambiar una palabra dura por una más agradable. Las personas usan el eufemismo para cubrir el pecado. De ahí llamar a un borracho “un alcohólico” o hablar de un caso de adulterio como una “aventura” o de hablar de un sodomita como “gay”. Son eufemismos que se usan para tapar el pecado. Llamar a un recolector de basura, un “ingeniero sanitario” es un tipo de vanidad; se usa esta figura retórica para elevar el rango de la ocupación.

En la Biblia, el eufemismo generalmente se usa para ayudar cuando se involucran sentimientos delicados. Cuando David preguntó: “¿El joven Absalón está bien? Y el etíope respondió: Como aquel joven sean los enemigos de mi señor el rey, y todos los que se levanten contra ti para mal” (2 S. 18:32). El etíope usó dos eufemismos para recordarle de manera suave a David la traición de Absalón y para anunciar que estaba muerto. “extiende el borde de tu capa sobre tu sierva”, dijo Rut a Booz (Rt. 3:9). Era una forma delicada de sugerir que se casara con ella.

Aquí, entonces, tenemos algunas de las figuras retóricas más importantes de la Biblia. Cuando alguien dice: “¡Ah, eso es solo figurativo!”, la implicación es que su significado es débil. No es así. Una figura retórica puede ser una figura retórica fuerte. El Espíritu Santo nunca usa tales dispositivos sin agregarle poder y fuerza a lo que se dice.

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