DISPENSACIONES JOHN PHILLIPS

by | Nov 20, 2017 | Ministerio | 0 comments

5 principios para interpretar las dispensaciones

  1. La verdad que pertenece a una parte del pasado no debe interpretarse igual en otra parte del pasado. Siempre debemos confirmar exactamente dónde estamos cuando leemos una porción de la Biblia. Por ejemplo, todo el período de los Evangelios fue un período especial en el que se le ofreció a Israel el reino y éste lo rechazó. Mateo 10:5-6 dice: “Por camino de gentiles no

vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel”. De acuerdo con esto, no podría haber trabajo misionero entre los gentiles, solo entre los judíos. Evidentemente debe haber habido un cambio posterior, si no la Biblia se contradice: Marcos 16:15 dice: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”. La primera orden fue dada en conexión con la proclamación del Rey y del reino. Cuando ambos habían sido rechazados y el Rey fue crucificado, el mandato ya no era apropiado y se dio otra orden. Ahora es: “Id… toda criatura” en lugar de “no vayáis” a los gentiles.

  1. La verdad que pertenece a una dispensación del pasado no debe utilizarse para interpretar la dispensación actual. Si combinamos las dispensaciones, nos colocaremos debajo de la ley. En Deuteronomio 6:25 leemos: “Y tendremos justicia cuando cuidemos de poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehová nuestro Dios, como él nos ha mandado”. Esa era la ley. Romanos 3:20 declara: “Por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él”. Eso es gracia. Es lo opuesto a Deuteronomio 6:25. Ambas enunciaciones son ciertas pero una le fue dada a Israel bajo un pacto de obras y la otra es verdadera tanto para los judíos como para los gentiles en esta dispensación actual de gracia.

Algunos de los salmos son denominados “salmos de imprecación” porque contienen maldiciones y oraciones vigorosas para que Dios derrame la venganza y el juicio sobre determinadas personas. Hubo un momento (y otro que está por venir), en que dicho lenguaje fue perfectamente apropiado en la oración y lo volverá a ser. Sin embargo, el lenguaje de estos salmos de imprecación es desde luego extraño para los cristianos en esta era de gracia.

Tanto las eras pasadas como la venidera tienen que ver con el reino; la era actual tiene que ver con la Iglesia. Tanto las eras anterior como la próxima tienen que ver con la ley; la actual tiene que ver con la gracia. El reino fue previsto por los profetas, proclamado por Juan el Bautista como que “se ha acercado” (Mt. 3:2) y fue el primer tema del ministerio del Señor (Mt. 4:17). Pero tanto el Rey como el reino fueron rechazados. Ahora el reino se ha pospuesto. Sin embargo, una vez que la era de la Iglesia haya finalizado, el reino se establecerá en poder y gloria. El Espíritu de Dios utiliza una serie de figuras para describir la Iglesia pero ni una sola vez en las epístolas la asemeja a un reino. Por supuesto, la Iglesia tiene su lugar dentro del reinado soberano, vasto y universal de Dios, pero en su mayor parte no está incluida en la expresión más limitada “el reino de los cielos”.

  1. La verdad que pertenece a la dispensación actual no debe interpretarse igual en una dispensación del pasado. La era actual era un secreto no revelado en la época del Antiguo Testamento. El “misterio” o secreto de la Iglesia “se dio a conocer a los hijos de los hombres” por parte de los apóstoles y los profetas educados por Dios para ese propósito en la era de la Iglesia. “En otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres” (Ef. 3:5). No era un secreto en el Antiguo Testamento que los gentiles vendrían a ser bendecidos y salvos. Pero la Iglesia era un secreto. Hay ilustraciones de la Iglesia enterradas bajo los tipos del Antiguo Testamento pero no vamos a esos tipos para buscar la verdad de la Iglesia. Podemos reconocerlos solo como tipos porque estamos iluminados por la verdad del Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento judío por cierto no se ve a la Iglesia cristiana.

Del mismo modo, no debemos forzar una ética del Nuevo Testamento en el Antiguo Testamento. Cosas tales como poligamia, esclavitud, divorcio y retribución son manejadas en el Nuevo Testamento de una manera mucho más elevada que en el Antiguo. Todas se permitieron en el Antiguo Testamento bajo la ley mosaica pero son incoherentes con el principio de amor que rige el Nuevo Testamento.

Uno de los errores más comunes es leer sobre la Iglesia en el Antiguo Testamento. En algunas ediciones de la Biblia, se encuentran títulos al inicio de cada capítulo. Con frecuencia, los que escribieron esos títulos no tenían idea alguna de este principio de la interpretación. Por ejemplo, sobre un pasaje tal como Isaías 29 leemos, por ejemplo, un título que proclama: “Las misericordias de Dios con su Iglesia”. Sin embargo, la Iglesia no está allí. Al colocar dichos títulos, los autores (por conveniencia y de forma inconstante) reservaron todas las bendiciones del Antiguo Testamento para “la Iglesia” y todos sus juicios, advertencias y maldiciones para “los judíos”. Tales comentarios son engañosos.

  1. La verdad que pertenece al futuro no debe interpretarse en el presente. Por ejemplo, la gran tribulación es un evento del futuro. Colocar a la Iglesia dentro de la tribulación es colocarla donde no pertenece. La gran tribulación tiene que ver con Israel y su expresamente denominado “tiempo de angustia para Jacob” (Jer. 30:7). Numerosos pasajes relacionan esta época venidera de angustia con Israel: por ejemplo, Daniel 7:8; 8:9-12, 23-26.
  2. Finalmente, la verdad que pertenece a una parte del futuro no debe interpretarse en otra parte. Hay una segunda venida, resurrecciones y juicios en el futuro y todos ellos se relacionan con períodos diferentes. Se deben distinguir de manera adecuada unos de otros. El juicio que se llevará a cabo en el asiento de juicio de Cristo, el juicio de las naciones vivientes y el juicio del gran trono blanco son diferentes. La venida de Cristo para su Iglesia, su “aparición” (2 Ts. 2:1), y la venida con su

Iglesia, su “segundo advenimiento” (Is. 2;11; 1 Ts. 5:2) son eventos futuros totalmente diferentes. El “segundo advenimiento” de Cristo (respecto a lo que tiene que ver con el “Día del Señor”) fue tema de muchas profecías del Antiguo Testamento pero no la “aparición” (1 Ts. 4:13-17).

¿Se acuerda de Rip Van Winkle, que se fue a dormir en el reinado de Jorge III y se despertó unos veinte años más tarde, en el gobierno de George Washington? Había dormido desde un gobierno hasta otro ¡y casi perdió la cabeza al gritar por el Jorge equivocado! Del mismo modo, el hecho de no poder discernir los cambios en los gobiernos de Dios nos traerá dificultades. Si no tenemos cuidado, nos encontraremos en la dudosa compañía de los Testigos de Jehová, los católicos romanos, los adventistas del séptimo día y los mormones, todos los cuales han distorsionado la verdad bíblica al no poder interpretar correctamente la palabra de verdad y discernir su base dispensacional.

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